Pedro Sánchez

La incógnita

Los sondeos electorales señalan un imparable deterioro de la izquierda en favor de la derecha. Todo apunta, así, a la incógnita de un final adelantado de la legislatura.

Si el periplo informativo veraniego hubiese empezado de otra manera, tal vez estaríamos ahora sumidos en ese muermo agosteño que, transitado por las serpientes de verano, nos hunde en la modorra y el sesteo. Pero resulta que no fue así porque Pedro Sánchez cambió su gobierno antes de irse de vacaciones, dejando en la cuneta a unos cuantos pesos pesados e incorporando a ocho desconocidos que, a la vista de la encuesta publicada por La Razón esta semana, deambulan sin pena ni gloria. Además, lo que vino después no fueron temas menores para pasar el rato mientras aprieta el calor. No, ahí estaban las directrices educativas para poner en marcha la ley Celaá –que amenazan con producir una generación de ignorantes– o la diatriba sobre los impuestos autonómicos envuelta de madrileñofobia –que tuvo que cortar de raíz la ministra de Hacienda cuando su colega del ramo de las pensiones metió la cuchara– o la mesa bilateral España-Cataluña –cuyo proyecto aeroportuario se ha quedado en agua de borrajas– o la obstinada subida de los precios de la electricidad –que ha dejado inerme a la transición ecológica– o, en fin, el asunto de la repatriación de los menores que penetraron en Ceuta bajo la batuta del rey de Marruecos –que ha evidenciado una vez más que el ministro del Interior ha olvidado del Derecho que aprendió para hacer oposiciones–.

Todos estos y otros más son asuntos de enjundia en los que se manifiestan con crudeza las contradicciones que atraviesan al ejecutivo. Y no son sólo las polémicas que levantan los ministros de Podemos –que Sánchez considera permanentes– contra los interinos del PSOE, sino las que emergen entre estos últimos sin que haya ya autoridad que ponga orden en esa algarabía –en un gallinero, más bien– en la que se ha visto convertido el Gobierno. Entretanto, los sondeos electorales señalan un imparable deterioro de la izquierda en favor de la derecha. Todo apunta, así, a la incógnita de un final adelantado de la legislatura. No tengo respuesta que resuelva ese dilema, pero mi apuesta es que no volveremos a vivir otro agosto como este.