Internacional

La leyenda negra de Holanda

Una España en alpargatas puede ponerse de ejemplo de valiente

En Afganistán no hay puntos violeta sino señores barbudos que te dan con el fusil en los morros. No solo a las mujeres, que sin duda se llevan la peor parte. También a los hombres, o los que tienen apariencia de hombres, que se han convertido en el eslabón débil de la cadena solidaria. Desde que Teresa Rodríguez comparó el trato a las afganas por parte de los talibanes con las españolas no para de repetirse una frase en mi enfermo cerebro: a ver quién tiene cojones de obligar a una gaditana a ponerse un burka, o a dejar de ponérselo. En estos momentos de angustia aflora la liturgia mentecata de la izquierda cañí. La comparación es tan burda, y tan falsa, que no se entiende que las redes sociales no la hayan retirado y sí caparan el pezón de Almodóvar.

Pero vayamos a lo serio después de lo que no es más que un chiste carnavalero. La Unión Europea, siempre tan pulcra y estéril, condena ciertas políticas de algunos de sus miembros, como Polonia y Hungría, porque no se ajustan a su «espíritu democrático». ¿Y qué hacemos con Holanda? Hay Estados que se colgaron el cartel de liberales, modernos, avanzados, por aplicar leyes llamadas progresistas como la de la eutanasia, y nadie les rechista. Abandonar a su suerte a los colaboradores afganos de la embajada holandesa es la rúbrica de un cobarde sinvergüenza que se muestra ante el mundo con un tulipán obviando que ha crecido con estiércol. La historia se repite. En 1995 evacuaron a miles de musulmanes bosnios del refugio controlado por los cascos azules a su mando, la mayoría cayó en la red de Ratko Mladic, un Hitler de anteayer, que perpetró la matanza de Srebenica. Esta es la auténtica leyenda negra, mientras España, hoy potencia de medio pelo, pone la vida en juego de los nuestros para ayudar a los que nos ayudaron. Una España en alpargatas puede ponerse de ejemplo de valiente. Pero luego será Holanda quien dictamine de qué lado se inclina la reputación. Cuiden mientras tanto a sus vacas.