Mascotas
«Gata»
El animal es precioso, un trozo de selva discurriendo silenciosamente por la casa
No esperaba un animal en mi vida. La gata ha llegado por cosas de mis hijos y se ha quedado con mi casa. No piensen que hay ternura en lo nuestro, no, al menos de su parte. «Gata» -que así se llama la fiera- está convencida de su intrínseca superioridad, tan sólo anda desconcertada por su tamaño, que le impide imponerse. Me mira en silencio y sé que barrunta cómo devorarme. En Reyes, pedirá a sus majestades gatunas las mandíbulas de un tigre, para atenazarme la cabeza. Dicen que los perros se conciben como parte de una manada doméstica y que se someten al dueño. Mi gata, por el contrario, opina que somos de la misma especie y no piensa obedecer en absoluto. Sólo reduce sus ambiciones cuando se lo impedimos. Para las uñas, prefiere mi sofá al rascador; para orinar, mis plantas a su arenero. Nuestro jamón de york le resulta más apetecible que sus bolas de pienso y si deseas saber en qué lugar de la casa se está mejor, búscala: sea sillón en penumbra, alfombra mullida o quicio de puerta en la corriente de aire más conveniente, ella está allí, en su trono por derecho.
Cuánto he recordado en estos días a Jaime y Laura Capmany y sus pasiones felinas. También pensaba en Antonio Burgos. Es ésta una fiera fascinante y hermética, capaz de seducirte contra tu voluntad. El animal es precioso, un trozo de selva discurriendo silenciosamente por la casa, que salta dos metros sin esfuerzo para comerse una polilla en pleno vuelo, pero mantiene una displicencia nobiliaria. Cuando osas disturbar su reposo con unas palabras amables, menea el rabo con disgusto, no vayas a caer en la tentación de la caricia. Pasea sobre mi teclado mientras escribo, entra en los vídeos de Cope sin rebozo.
Por la mañana, «Gata» te rodea ritualmente para que le meses lomo y bigotes varias veces. Por la tarde, te lame si le da la gana. La adoro. Mi única duda es cuándo me comerá. Soy esclava de una pasión y me veo en trance de abjurar de mis promesas anti animalistas.
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