Política

Un ruin chiste de mariquitas

«Al final resultó una «fake news» con mucha pluma en el aparato mediático»

El ministro Marlaska ha devenido en Marlaskita, de Grande a pequeño, de la misma manera que el «maricón» de la nalga del chico de Malasaña se volvió «mariquita», o sea, empleando el sentido añejo y homófobo de cuando se usaba el palabro, (mariqueta decía mi abuela), una «fake news» con mucha pluma, demasiado amaneramiento en la prensa, como si los tíos tíos estuvieran imitando a Rocío Jurado, o a una de esas divas gais, con el playback gastado y el vestido deslumbrante de pedrería, o a Nacha la Macha haciendo de Paco de España. Diríase con todos los respetos que el Gobierno se travistió en mentira, que es una manera de festejar el odio más que atacarlo en una carrera de tacones a ver quien llegaba primero a la meta.

Afortunadamente nunca pasó nada, si bien muchos se han quedado con las ganas de que ocurriera, que es lo preocupante. Con esto sucede como con los ataques a Ayuso de cuando era más o menos que la loca de los gatos, que provoca un efecto bumerán que los deja con el culo al aire, o como al gallo de Morón, sin plumas y cacareando. Marlaskita conoce muy bien lo que trata, sale o salía a tomar copas por el «Válgame dios», allí se gestó su puesto, por donde no se pregunta si eres binario o si la noche te ha confundido como a Dinio, lo que añade aún más gravedad al asunto. Malasaña es un barrio donde los chicos y las chicas van de la mano sin que nadie saque una navaja, hasta que lo haga, que todo es posible, porque no es que no existan ataques contra la diversidad, y no me refiero solo a la sexual, también está la política, el discurso del odio contra la derecha, donde los políticos y políticas homosexuales llegan a la cuota si es que alguna vez a alguien se le ocurre imponerla, sino que lo de verdad se oculta (Madrid es una ciudad libre de prejuicios) mientras se fabula una falsedad. Ya dijo Billy Wilder en una de las escenas «queer» más famosas de las historia del cine que «Nadie es perfecto». Solo falta que Marlaska se quite la peluca a lo Jack Lemmon y cuente mejores chistes, y a poder ser que no sean , volviendo al inicio, de mariquitas.