Economía

La explicación de Madrid

El comercio y parte de los servicios situados en Madrid se orientaron hacia la política económica librecambista

Para comprender la dinámica de la economía española, resulta obligado consultar la aportación de Pablo Alcaide Guindo, en Balance económico regional (autonomías y provincias). Años 2000 - 2011 (FUNCAS, 2010). Y en él se muestra un mapa de la distribución de la población española residente en el año 2009 que ratifica lo señalado por Perpiñá Grau en De economía hispana, para 1935. En el 2009, todas las provincias costeras, salvo Lugo, con un añadido interior por Navarra y la cuenca del Ebro, es un conjunto que ofrece, desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo, prolongado hasta Huelva, más Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla, la existencia de dos realidades españolas: la periférica y la interior. Pero en el interior, precisamente en el centro, se encuentra una situación análoga a la periférica, o incluso superándola en ventajas económicas, a pesar de estar rodeada de zonas regionales que han servido recientemente para señalar datos fundamentales de la llamada «España vacía». ¿Por qué la excepción de Madrid?

El proceso comenzó a la llegada de la dinastía borbónica. Madrid se hace residencia de la corte y de un conjunto de políticos que consideran que esta villa pase a ser el centro efectivo, no solo de la Monarquía, sino del conjunto de la vida española. Campomanes estuvo detrás de esta transformación, con la construcción de una red vinculada con los servicios de transportes y comunicaciones, a través de seis grandes carreteras, perfectamente cuidadas y que salían del famoso kilómetro 0 de Madrid. La 1 es la que, a través de Burgos, llegaba a Irún y enlazaba con la aliada Francia; la 2, a través de la inicialmente rebelde Zaragoza, pasando por Barcelona, llegaba al borde oriental de la frontera francesa, con el mismo objetivo; la 3 era el enlace con África a través de la carretera Madrid-Alicante, donde se situaba el puerto marítimo que unía con toda la costa del norte de África, encabezada por el tráfico con Túnez, Argel, Melilla y Ceuta; la 4 era importantísima, cuya construcción obligó a desarrollar planes de colonización interior en situaciones relacionadas con la Sierra Morena; y era la de Madrid a Sevilla y Cádiz, donde enlazaba con los virreinatos americanos; la 5 fue la fracasada, porque pretendía llegar a Lisboa desde Madrid, recuperando el Portugal perdido por Felipe IV. Por eso, quedó reducida a Madrid-Badajoz; y la 6 enlazaba Madrid con la apertura hacia el Atlántico norte, a través de los puertos gallegos. De ahí, se deriva una ventaja grande para los servicios que residen en Madrid. Un caso claro lo tenemos en el hecho de que, al partir del mismo lugar, en el entorno de la Puerta del Sol, multitud de gente que llegaba o salía, se relacionaba, no solo con saludos sino con transacciones económicas efectuadas a través de contratos variadísimos, lo que originó la creación, en un lugar inmediato, de la raíz de la futura Bolsa de Madrid.

A eso se añade el impacto de múltiples personas que consideraban que el estar cerca del poder político generaba ventajas económicas inmediatas. Eso es lo que produjo la situación de la llamada actualmente «economía clientelar». Mucho escribió de ello Galdós. Y se crea, automáticamente, una ampliación de los servicios, tan importantes como la creación de un banco por Carlos III, con el nombre Banco de España, convirtiéndose en centro de la economía crediticia española. Todo eso se refuerza durante el reinado de Isabel II: ampliando el ámbito educativo, incluyendo desde universidades a Escuelas de Ingenieros, con alta concentración en un Madrid que amplía sus ventajas de residencia, tras la aparición de los ferrocarriles; creando el Circuito Nacional de Firmes Especiales –en la etapa de Primo de Rivera–; y, en la II República, el aeropuerto de Barajas, como entidad básica del transporte aéreo; pasando a ser centro de correos desde la aparición del telégrafo óptico, situado en el Centro de Madrid; y, culminando con la Telefónica, en el centro de Madrid.

Todo esto atrajo población y la necesidad de crear, para ella, una considerable actividad de comercio, el cual, para aumentar las ventas, decidió que los suministros de productos fuesen lo más barato posible. Eso originó una auténtica revolución, porque el comercio y parte de los servicios situados en Madrid se orientaron hacia la política económica librecambista, mientras que la periferia –Cataluña, con la producción textil; Vascongadas, con la siderometalúrgia; Asturias, con el carbón –, era partidaria del proteccionismo. Y eso creó una tensión, con derivaciones que llegan hasta ahora, con Madrid. El último acontecimiento político derivado ha sido el triunfo electoral de Isabel Díaz Ayuso por poner en marcha una política económica que consolida el alto nivel de renta que se genera en Madrid, dando facilidades para que la población de inmigrantes y las actividades económicas, de todo tipo, puedan seguir incorporándose a esta megápolis.