Estados Unidos
Contra la chatarra
Una metástasis oscurantista corroe las principales instituciones académicas de Estados Unidos
Peter Boghossian, filósofo, era profesor de la Universidad de Portland. Impartía clases sobre ciencias y pseudociencias y sobre filosofía de la educación. Acaba de renunciar en una carta con párrafos que suenan como martillazos en el ataúd del pensamiento liberal, que no significa thatcheriano sino comprometido con la razón, la libertad, los derechos individuales, la separación de poderes, la igualdad y etc. Durante años, Boghossian invitó a su clase, para debatir con sus alumnos, a escépticos del cambio climático, partidarios de las medicinas alternativas, fundamentalistas cristianos y portavoces del movimiento Occupy Wall Street. «No porque estuviera de acuerdo con su visión del mundo», explica, «sino, sobre todo, por lo contrario. En esas conversaciones problemáticas he visto lo mejor de lo que nuestros estudiantes pueden lograr: cuestionar creencias respetando a los creyentes; mantenerse ecuánimes en circunstancias desafiantes; e incluso cambiar de opinión». «Ni una sola vez creí», añade, «y tampoco lo creo ahora, que el propósito de la instrucción sea el de llevar a mis estudiantes a una conclusión particular. Más bien he intentado crear las condiciones para que desarrollen un pensamiento riguroso; para ayudarlos a obtener las herramientas para atrapar y seguir sus propias conclusiones. Por eso me convertí en maestro y por eso me encanta enseñar». Pero el cableado del pensamiento crítico agoniza, encañonado por una gente convencida de que sus ideas respecto a la raza y etc., son poco menos que intocables. Dada la extrema dificultad del debate, Boghossian fue uno de los tres autores que, emulando a Sokal, envió 20 demenciados artículos a varias revistas científicas. Trufados de jerga pseudoentífica y situaciones delirantes, varios de los «estudios» fueron aceptados por publicaciones como Gender, Place, and Culture, concretamente uno que «analizaba» la «cultura de la violación entre los perros», mientras que la feminista Affilia publicaba otro, sobre el machismo, construido con párrafos del «Mein kampf» de Adolf Hitler. Lejos de celebrar su terapéutica sátira, Boghossian y cía., fueron sancionados por la universidad e invitados a arrepentirse tras recibir varios cursos de reciclaje. No lo duden, una metástasis oscurantista corroe las principales instituciones académicas de Estados Unidos, secuestradas por unos clérigos entregados al fanatismo y colgados de la peor chatarra intelectual.
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