Política

Saliendo del paso

No me parece que sea para Sánchez un mal comienzo que la mesa cojee por el otro lado

Anda Sánchez estos días de buen talante regalando a los amigos lo que éstos llevan tiempo pidiéndole. Como esos padres que tratan de regular la ansiedad de los hijos accediendo a su petición en el momento oportuno; o quizá esos otros que terminan cediendo ante la indeleble contumacia de las criaturas en pedir esto y aquello una y otra vez. Sea el padre atento y generoso o el que cede al cansinismo de los suyos, el caso es que Sánchez le concede hoy la «mesa» y su presencia al independentismo catalán y a Podemos el hachazo a las eléctricas como supuesto remedio supremo a la desbocada carrera de la luz.

Todos contentos. O así. ¿Calmará la concesión la ansiedad poseedora de las criaturas políticas? ¿Solucionará el problema que se supone existe y hay que arreglar? Me temo que a las dos preguntas corresponde la misma respuesta: no.

En el primer caso ya hemos visto por dónde va a discurrir la fiesta. Resulta que la parte contratante de la segunda parte del independentismo, los del titiritero Puigdemont, deciden reventar el diálogo antes de empezar. Conseguida la mesa y su nivelación hasta la altura de estados paralelos –España y Cataluña– con la presencia referente y preferente del mismísimo Pedro Sánchez, exigen que en la conversación frente a los ministros y con los presidentes estén el secretario de Junts Per Cat, Jordi Sánchez y el ex consejero Turull, ambos indultados por el gobierno con el que se van a sentar. Pero una cosa es indultar y otra dar trigo: sacarte de la cárcel no es lo mismo que sentarme contigo a hablar del futuro del país. Esquerra lo entendió bien, y reaccionó abandonando su intención inicial de poner a Junqueras a negociar. Pero los legionarios del mártir de Bruselas no están dispuestos a ceder. ¿Consecuencia? A la hora de escribir estas líneas que amablemente atiendes amigo lector, o amiga lectora, las huestes del ex periodista están fuera de la mesa por decisión del jefe de delegación, el president Aragonés con quien gobiernan.

No sé si Pedro Sánchez había calculado esta jugada, pero no me parece que sea para él un mal comienzo que la mesa cojee por el otro lado. Cuanto más se aplace o prolongue o naufrague un diálogo que no llevará a ninguna parte, más evidente parecerá que es imposible entenderse con quien no es capaz de ordenarse a sí mismo.

¿Gana también con lo de las eléctricas? No parece tan claro. El tajo de 2.600 millones de aquí a marzo a las productoras, unido a los retoques fiscales, se supone que conseguirá reducir hasta un 30 por ciento la factura de la luz. El tope de los precios del gas aliviará a las familias. Pero a la vuelta de seis meses nadie garantiza que no volvamos a lo mismo. Con el añadido de la victimización del sector, que ayer mismo hizo saber que estas medidas y el decreto en el congreso que pretende reducir los llamados beneficios caídos del cielo, hacen imposible mantener en activo las centrales nucleares.

Gestos políticos, acciones a corto plazo; quizá ventajosa una, dudosamente eficaz otra. De poco recorrido las dos. Seguimos con esa política tan simpática y eficaz de ir saliendo del paso.