Miedo al caos eléctrico

¿Apagón a la vista?

«España tiene un sistema robusto, sin cuellos de botella»

Pedro Mielgo

El Gobierno de Austria lanzó la alarma sobre un posible apagón eléctrico de larga duración. En Alemania existe una percepción parecida de riesgo para este invierno, preocupación viva desde hace años, después del apagón de noviembre de 2006 (con 15 millones de afectados en varios países debido a una maniobra errónea en la red alemana de E.On, que dio lugar a cortes en cascada) y del cuasi-apagón de febrero de este año, un incidente originado en Croacia que estuvo a punto de provocar otra caída de las redes en cadena en buena parte de Europa. No hablamos de pequeñas interrupciones por averías originadas por problemas locales, frecuentes en cualquier país y generalmente de fácil resolución, sino de cortes de suministro en zonas muy amplias y de larga duración (horas o días).

Los «grandes apagones» se dan de vez en cuando en todos los grandes sistemas eléctricos. El famoso apagón de Nueva York de 1965 afectó a 30 millones de norteamericanos; el de la costa Este de EE UU y Canadá, de agosto de 2003, afectó a más de 50 millones y produjo pérdidas de millones de dólares. En India, en dos días de julio de 2012, varios apagones alcanzaron a más de 600 millones de personas. En Europa también se dan apagones, afortunadamente de menor extensión (Italia en 2003, Alemania en 2006, entre otros). El sistema europeo está muy interconectado, tiene normas comunes de operación y seguridad muy probadas, y es el resultado de una decidida cooperación internacional desde poco después de la Segunda Guerra Mundial. Se puede decir que es el más robusto de los grandes (Norteamérica, China, India). Puede ocurrir algo así en España?

España tiene un sistema eléctrico robusto, con una potencia instalada capaz de cubrir la demanda en las puntas de invierno con márgenes de seguridad. La red de alta tensión está muy mallada, sin cuellos de botella internos –en este sentido, de las más capaces y flexibles de Europa, si no la que más–, es capaz de gestionar las variaciones de flujos de energía que puedan producirse como consecuencia de un fallo interno o externo, tiene capacidad de regulación suficiente para cambios fuertes en la demanda, y un elevado nivel de seguridad ante ciberataques, que es otra posible causa de perturbaciones importantes. El sector energético cuenta con equipos de ingenieros muy capaces y entrenados para este tipo de situaciones. Estas son las condiciones clave para poder responder adecuadamente al riesgo de un apagón. ¿Es esto suficiente?

De los principales factores de riesgo en el contexto actual, hay que señalar tres. Primero, las condiciones meteorológicas extremas, las olas de frío que pueden darse en invierno. Basta recordar las de febrero de 2012, en gran parte de Europa, y en menor medida en España, que originó fuertes incrementos de la demanda de electricidad, o la de enero de 2017, cuando Francia alcanzó su récord histórico de demanda. En ambos casos, España resistió bien e incluso exportó electricidad a Francia.

El segundo factor es la posible escasez de gas natural en Europa en esas situaciones de punta de demanda. España cuenta con reservas de gas natural que, en principio, son adecuadas para afrontar el invierno (supuesto que sigue llegando gas a nuestro sistema, tanto por gasoducto como vía GNL). Si el mercado se endureciera, la capacidad de cubrir la demanda en situaciones extremas podría verse comprometida. Pero esto es algo gestionable, y queda tiempo hasta que puedan llegar los fríos (más probables en enero o febrero que en noviembre o diciembre).

El tercer riesgo es también meteorológico, pero no de temperaturas, sino de baja disponibilidad de recursos renovables. Las puntas de demanda de invierno se producen entre las 20:00 y las 22:00 horas, cuando no hay electricidad de origen fotovoltaico. Si además se da una situación de poco viento –lo cual es frecuente en las olas de frío invernales– solo quedarán el gas, el agua y la nuclear (además del poco carbón que nos queda y de la cogeneración) para abastecer la demanda. La tormenta perfecta sería que se dieran varios de estos factores simultáneamente, lo que podría poner a nuestro sistema eléctrico más cerca del límite.

En resumen, un gran apagón es muy poco probable en Europa, y menos aún en España, pero algo muy poco probable no es imposible, de la misma manera que algo que sea bastante probable no es seguro que ocurra. Recuerden que hablamos siempre de probabilidades.