Opinión
La dictadura de Ortega en Nicaragua
El país se ha convertido en un negocio familiar, como sucedía en tiempos de la dictadura de Somoza
Daniel Ortega fue en su día uno de los mitos de una izquierda europea siempre ansiosa de encontrar iconos al estilo de sus amados Castro o Che Guevara. La realidad es que todos ellos no han sido más que criminales envueltos en mentiras ideológicas cuando solo buscaban el perpetuarse en el poder y conseguir beneficios personales. El antiguo líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional es ahora un dictador corrupto que ha ganado las elecciones con «solo» el 74,99% de los votos, aunque ha sido modesto y no lo ha hecho con el 99%. Por supuesto, detuvo a sus opositores con las acusaciones más peregrinas. El pueblo nicaragüense no se merece un golfo de esta calaña, que es otro ejemplo del autoritarismo de izquierdas que llega al poder por las urnas para luego apropiarse de él sin ningún miramiento y respeto por los derechos humanos. El país se ha convertido en un negocio familiar, como sucedía en tiempos de la dictadura de Somoza. Ortega ha sido reelegido junto con su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, y como ha sucedido en esos países desde que alcanzaron la independencia se han transformado en fincas al servicio de todo tipo de gentuza, no importan las ideologías, que las expolian de una forma grosera.
Es difícil aceptar el término progresista para definir a un ladrón sin escrúpulos y a un cruel carcelero que tortura a sus rivales. La ausencia de garantías democráticas muestra que Ortega es un digno heredero de Anastasio «Tacho» Somoza. Nicaragua es ahora una más de esas dictaduras cleptocráticas. La Revolución Sandinista, que tomó su nombre en recuerdo de Augusto César Sandino que había sido asesinado en 1934 por orden de los estadounidenses, fue un proceso de lucha guerrillera que consiguió finalmente derrocar a la dictadura de los Somoza, que llevaba en el poder desde 1937. El concepto de sucesión hereditaria en algunos regímenes autoritarios es muy interesante, como sucede ahora con Ortega al tener a su mujer como vicepresidenta. Como se dice vulgarmente, todo queda en familia. Hemos visto que esos procesos revolucionarios, que se vivieron en Hispanoamérica, han sido protagonizados por personajes corruptos y siniestros. Por cierto, eran los ídolos de los comunistas y antisistema españoles.
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