Internacional

Blablablá

Quizás sea el momento de repensar la Unión Europea. Después del Brexit, además, la Unión tiene una cita ineludible consigo misma

Conflictos migratorios fronterizos (Polonia, Bielorrusia, Lituania…). Dicen que están «socavando a la UE» con presiones procedentes de la región de influencia de Putin. Pues claro, miren. Lo lógico es que unos países, potencias (o así autodenominadas), unas zonas del planeta intenten obtener preeminencia sobre las otras, sobresalir, mandar, reinar, dominar... Así ha sido desde que el mundo es mundo, y el final de la II Guerra Mundial, con las declaraciones de la ONU sobre la guerra («Es mala, está prohibido usarla para obtener ventaja…»), no acabaron con la beligerancia, la competencia, los ataques. Merece la pena subrayar que el mundo solo sigue haciendo lo que ha hecho siempre: los países tratan de vencer unos sobre otros, de obtener ventaja respecto a su vecindario, de acumular supremacía e influencia, captando recursos, poder... Claro que los Estados no democráticos ganan a los democráticos (algunas batallas, porque todavía no han ganado la guerra) ya que son más fuertes al usar las reglas de la propia democracia para dinamitarla por dentro, mientras que ellos no están obligados a seguir los principios democráticos, que constriñen las acciones. Eso les permite un juego más sucio y violento. La UE, mientras, vive atrapada en la mentalidad acomodaticia y tiquismiquis de una corte infinita e internacional de funcionarios extraordinariamente bien alimentados, extra-remunerados, que con sus adorables escaños ultra-calefactados no ven venir la que está cayendo sobre el globo. No pueden, es epistemológicamente imposible que lo hagan. Están programados para lo contrario. La pregunta plebiscitaria sería: ¿Se puede fiar el futuro de la cultura europea a una inmensa cohorte de mimados, ensamblados partidarios, o políticos aparcados en Bruselas en espera de una jubilación dorada, que cuando hablan, en varios idiomas, parecen masticar con desgana unas palabras que se lleva el viento, a no ser que tengan el objetivo, verbigracia, de añadir una normativa más a la distribución de verduras congeladas…? Pues quizás sea el momento de repensar la Unión Europea. Después del Brexit, además, la Unión tiene una cita ineludible consigo misma. Porque, como diría Greta, ya no basta con blablablá.