Pedro Sánchez
Otro fin del mundo
Sánchez ha traicionado tanto su palabra que el fraude sería que la cumpliera
Notas del 26 de noviembre, viernes y variante Ómicron del coronavirus, más contagiosa y más dañina que la Delta. Dicen que el virus se ha vuelto tan listo que volvemos a empezar. Se hunden las bolsas, cierran las fronteras: otro fin del mundo, vaya. Estoy a una rueda de prensa de Fernando Simón atragantándose con una almendrita de salir a comprar levadura fresca y ochenta rollos de papel higiénico. Reconozco de nuevo el masaje emocional de la pandemia por el que de nuevo debemos permanecer “muy alarmados, pero tranquilos”, “alerta, pero confiados”, responsables, decididos, etc., y así me veo de nuevo inmerso en la rutina de la catástrofe y un día como hoy mientras conduzco por la M40 me pregunto si es que le estoy cogiendo el tranquillo al Apocalipsis.
Lo que nos pasa es una sucesión de fenómenos inauditos que se repiten hasta la saciedad. He leído que en Netflix se sienten engañados por Pedro Sánchez. ¡Pues a la cola de los engañados por Pedro Sánchez! La cola dispone de mecanismos psicológicos muy curiosos, pero el principal es verse inmerso en algo con más gente de la que uno espera. Cuando la cola es larga, produce incredulidad y ahí es donde uno pregunta: “¿Esta es la cola de esto o lo otro?” La cola de los traicionados por Sánchez da dos vueltas a la manzana. A los señores de Netflix, les prometió leche de burra y de pronto pactaron los presupuestos con los independentistas y tenían que doblar sus películas al catalán. Hoy hemos sabido que por la legislación europea, el Gobierno no puede obligar a las plataformas a nada, así que el engañado es Esquerra. A la cola, también.
Me suena a estafa piramidal. No sé cómo alguien a estas alturas puede caer en el truco de Sánchez. Me recuerdan a esa gente que es víctima de la estafa del nigeriano: “Un tipo me dijo que compartiría su herencia de 500 millones de dólares si le daba mil para los gastos de gestión”, se quejan, y el que lo escucha piensa que el estafado es tonto. “No voy a pactar con Bildu”, juraba Sánchez. Le creyeron, y mira. Con el tiempo, Bildu se sentirá a su vez engañado. A la cola, también. Sánchez ha traicionado tanto su palabra que el fraude sería que la cumpliera.
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