Covid-19

La emboscada de Andalucía

El runrún de elecciones en Andalucía empieza a tener tufo de realidad inminente con las declaraciones del presidente de la Junta apuntando dos posibles fechas para su celebración: junio u octubre.

Es sabido que el andaluz discrepa de las maneras de hacer política de su homóloga madrileña, Díaz Ayuso, y que prefiere el seguidismo de su líder nacional y el calor que proporciona estar bajo el abrigo de Génova. Por tanto, la decisión no es de él, sino de Casado. Eso significa que el popular está convencido de que Sánchez va a tener un mal 2022 y ha decidido ayudar a que así sea.

Las noticias sobre la pandemia son desconcertantes. Hace unos días el gobierno sacaba pecho por los porcentajes de población vacunada y la baja incidencia pero, en las últimas horas, se vuelve a asomar el fantasma de la desprotección y el confinamiento.

Si de verdad llega a producirse una sexta ola que vuelva a exigir medidas de restricción, es posible que no haya fondos europeos que lo arreglen.

Cada vez tiene más complicado Sánchez imponer prohibiciones porque el hartazgo ha empezado a moderarse de la paciencia de los españoles. Cuando empezábamos a recuperarnos de la crisis del 2008, llegó la pandemia y, en general, hoy todo está peor que antes del 2020.

A principio de este año, el PIB estaba 8,3% por debajo que en el mismo periodo del año 2019. El dato del primer trimestre del 2022 será revelador porque incluirá parte de los efectos de la cronificación del Covid-19.

Aunque aun no tuviese consecuencias la inflación, que parece camina por una senda desbocada, Sánchez no va a estar en plena forma para el combate en Andalucía. Por descontado, que una derrota socialista recaería sobre el pasivo de Sánchez y, con la de Madrid, ya serían dos gordas.