Cataluña

Canet de Mar y la caja

Se vuelve al «mejor no llamar la atención» y se cede el espacio público a la fuerza de la intimidación

Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. Aunque no está demasiado clara la autoría de la frase (durante mucho tiempo se atribuyó a Einstein), sí resulta evidente el consejo tan certero que encierra: es necesario cambiar pensamientos y rutinas para modificar lo que nos ocurre y lograr «salir de la caja», en esa expresión tan gráfica que se acuñó en Estados Unidos a finales de los 70. A veces, dentro de nuestras cajas, no somos capaces de resolver problemas ni de despejar incógnitas que, con un poco de distancia, algo de creatividad o, simplemente, aplicando otro enfoque sí nos permitirían obtener soluciones más satisfactorias. Canet de Mar es una gran caja estos días. Un espacio cerrado en el que se suceden consignas en bucle y se repiten los comportamientos aprendidos a lo largo de diez intensos años de «procés», con presiones (más o menos sutiles) y polémicas (más o menos intensas) que resurgen ahora con escenario y protagonistas nuevos, pero que se mantienen fieles a un guion ya conocido. El detonante, esta vez, ha sido la ratificación de la sentencia del Supremo que obliga a que, al menos, el 25 por ciento de las clases en Cataluña se impartan en castellano. Y, a partir de ahí, la maquinaria de la desobediencia institucional se activa para asfixiar cualquier tipo de disidencia que, en realidad y paradójicamente, supone tan solo el cumplimiento de la resolución judicial. La petición de unos padres de que se ejecute el porcentaje de la discordia desata las esencias independentistas que esperaban, aletargadas, a recuperar protagonismo: el activismo de unos frente al silencio de otros. Se vuelve al «mejor no llamar la atención» y se cede el espacio público a la fuerza de la intimidación. Quizá resulte tentador confiar en que la opción correcta para no avivar la crispación sea no manifestarse, no protestar, no verbalizar la absoluta anormalidad que lo envuelve todo, pero siempre hay otra vía posible de reivindicación. Aunque, eso sí, está fuera de la caja.