Economía

«In Christine we trust» (Confiamos en Lagarde)

«Las pensiones, la sanidad, la educación y el salario de los funcionarios dependen de los fondos que facilita el BCE»

Christine Madeleine Odette Lagarde, ese es su nombre completo, es la presidenta del Banco Central Europeo (BCE). Aparece en el puesto 3 de la última lista de Forbes de las mujeres más poderosas del mundo, por detrás –la primera es muy discutible– de MacKenzei Scott, la ex-mujer de Jeff Bezos, y de Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos. Lagarde, no obstante, al margen de género, es quizá el personaje más poderoso de la Unión Europea y figura entre los primeros del mundo. Tiene el poder inmenso, acaso vicario pero real, muy real, de poder crear y destruir dinero y sus decisiones influyen en la vida de los ciudadanos –incluidos los españoles, por supuesto– tanto o más que las de los respectivos Gobiernos. El dinero, creado a espuertas por el BCE, ha sido el arma principal utilizada para hacer frente a los problemas económicos derivados de la pandemia de la Covid-19. El BCE ha suministrado los fondos y, en poco tiempo, se inventó de la nada unos cinco billones de euros, algo conocido como «el manguerazo monetario» del que ahora dependen España y otros países. El BCE, por ejemplo tiene en su poder un tercio de la deuda pública española y ha comprado la práctica totalidad –unos 170.000 millones netos– de la puesta en circulación desde la pandemia. Las pensiones, la sanidad, la educación y los salarios de los funcionarios dependen, de alguna manera, de los fondos que facilita la institución que preside Lagarde. Todo, sin embargo, tiene un final, y el de las alegrías monetarias puede estar cercano. Hoy jueves, 16 de diciembre, se reúne el Consejo del BCE que debe decidir si mantiene su política de «manguerazo» y dinero para todos o si, por el contrario –entre otras cosas por la amenaza de la inflación–, empieza a recoger velas, lo que significaría que, aunque poco a poco, cada vez facilitaría menos dinero y, en el plazo de uno o dos años, también comenzaría a subir los tipos de interés. Los gobiernos «dinerodependientes», como el español, esperan que hoy no sea ese momento que, sin embargo, llegará, y será duro. Por ahora, muchos invocan la leyenda escrita en los billetes de dólar: «In God we trust», «en Dios confiamos», y entonan un «in Christine we trust», es decir, «en Lagarde confiamos» para que todavía haya dinero fácil para todos.