Opinión

No te va a tocar la Lotería

Es más bien una ilusión, descabellada como todas las ilusiones que merecen la pena

Notas del 21 de diciembre, colegios vacíos y farmacias hasta la bandera. Cada uno es dueño de sus contradicciones. Hubo un tiempo en el que la gente mandaba a sus hijos al colegio cuando por la covid podían perder la vida, y hoy no los llevan a clase por no perderse perderse la cena de Nochebuena.

De entre la montaña de envoltorios de test de antígenos ha emergido el célebre y menudo Pere Aragonés a pedir que se extienda en el resto del país el toque de queda que ha solicitado para Cataluña. Me gustan Aragonés y Sánchez en cuanto son Monchito el uno del otro. Nunca se sabe quién habla por boca de quién y así están unidos en un destino endemoniado y que a la vez me resulta muy cómico. A mí me ha hecho gracia esta cosa del sanchismo de secesionismos exacerbados y otras hierbas por la que los independentistas que pretendían que Madrid no mandara en su Comunidad Autónoma, encuentran ahora la manera de mandar ellos sobre Madrid.

Así, queridos niños, es como el presidente de la Generalitat termina decretando el toque de queda en España. La política es cosa de magia y hablando de la suerte, ya tengo mi décimo para hacerme rico mañana. Cuando salga el sol, encenderé la radio y volveré a tener unos diez años, entraré en la cocina y allí estará mi abuela Elena cortando papelillos para los polvorones envuelta en una nube de almendra y de canela.

Digo yo que ya estarán calentando motores los niños de San Ildefonso y los gafes habrán desempolvado sus argumentos acerca de lo improbable que resulta que te caiga el Gordo del Sorteo de Navidad. Comprar un décimo no es una inversión; es más bien una ilusión, descabellada como todas las ilusiones que merecen la pena. La mejor parte de la Lotería es que no te va a tocar.