Política
La herejía de Nacho Duato
«Ha cometido el inmenso error de afirmar que es mentira que los políticos de izquierdas sean intelectuales»
He de reconocer que Nacho Duato siempre me ha despertado simpatía, aunque no lo conozco personalmente. Me es igual su ideología, pero es un gran artista y además me gusta el ballet. En general, me apasiona todo aquello que gira alrededor del arte en todas sus expresiones. No me despiertan la misma simpatía algunos personajes que por el simple hecho de participar o incluso triunfar en el cine o la televisión reparten carnés de demócratas. Se les supone la condición de intelectual cuando su formación académica deja mucho que desear y se declaran progresistas, aunque les gusta mucho, muchísimo, el dinero. Por supuesto, incluyo a los que se conoce como bustos parlantes. He conocido gente culta entre los políticos de derechas e izquierdas, porque es algo que está por encima de las ideologías. Hay personas que no han tenido formación universitaria, algo que nunca es una garantía, y lo son.
El problema es que Duato ha cometido el inmenso error de afirmar que es mentira que los políticos de izquierdas sean intelectuales. Es cierto que un gran número de escritores, periodistas, catedráticos, pintores, músicos, actores…. son de izquierdas, aunque gocen de unas confortables vidas burguesas, porque queda mal decir que son de derechas. Una vez más nos movemos en el terreno de los tópicos y sobre todo del triunfo del comunismo cuando consiguió enrolar en sus filas a aquella colección de papanatas acomplejados, de extracción burguesa, conocidos como los «compañeros de viaje». Desde entonces, queda muy bien declararse comunista, podemita o antisistema. Un gran número de los dirigentes eran unos cazurros, no me refiero a la primera hornada de la Revolución Rusa, sino a Stalin y sus camaradas en los Países del Este. Lo mismo sucedió en España con los revolucionarios de izquierdas como la Pasionaria, Santiago Carrillo, Largo Caballero… Por supuesto, no hay duda de que había gente culta, pero la mayoría estaba formada por una destacada colección de cerriles personajes que se regocijaba en su ignorancia. La comparación con la derecha y el centro, desde los tiempos isabelinos hasta nuestros días, es demoledora, porque no hay más que ver su formación académica, sus oposiciones y, sobre todo, sus colaboraciones literarias y periodísticas. Y llegamos a nuestros días, donde es bueno hacer el mismo ejercicio.
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