Pedro Sánchez

La España de ministerios vaciados

Un país no puede soportar mucho tiempo un Gobierno cuyo único programa consiste en contraprogramar al Estado, actuando contra los intereses generales que tiene que defender

El primer Gobierno de España en coalición demuestra que la suma de la pusilanimidad del PSOE y la debilidad de su mayoría es muy peligrosa. También, lo necesario que es contar con partidos nacionales con proyectos políticos sólidos y con vocación de gobernar España en solitario, afrontando un programa reformista que no consista en ir salvando los muebles del día a día, para sustituir al Gobierno de los récords de radicalidad y sobredimensionamiento, con el mayor número de carteras ministeriales de la democracia y de toda Europa. Estamos ante un Gobierno que ha elevado a la categoría de ministerio una tradicional dirección general de consumo, donde con mínimas competencias se pueden cometer grandes errores. Uno más entre las dos docenas de departamentos que conforman la España llena de ministerios vaciados de Pedro Sánchez, en la que las desacertadas decisiones sobre campañas o declaraciones contra los juguetes o contra la carne, no es más que un epítome de toda una acción gubernamental. Porque la clave no es que en los ministerios se hagan pocas cosas o se hagan mal, sino que, además, y, sobre todo, se trabaja en contra de lo que parecerían los naturales intereses competenciales de cada departamento. Por eso, el principal proyecto del Ministerio de Educación estriba en consentir que el castellano desaparezca de la enseñanza o que la historia de España no forme parte de los programas educativos. O el caso del Ministerio del Interior, que dedica grandes esfuerzos a debilitar a la Policía y a sacar reclusos de las prisiones, cuando no acerca terroristas a las cárceles vascas o hace la vista gorda con homenajes humillantes para las víctimas. Tenemos también un Ministerio de Transición Ecológica que ha conseguido que el recibo de la luz transite hacia los precios más caros e impensables. Uno de Ciencia y Tecnología que alardea de una vacuna española que estará lista para la decimosexta dosis de refuerzo, cuando quede un 1% de españoles sin pinchar. También uno de Universidades, que trabaja en suprimir la firma del Rey de los títulos de licenciado, un inexplicable Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, uno de Exteriores, que gestiona reuniones bilaterales asaltando a jefes de Estado por los pasillos de las cumbres, el de Sanidad, que no impulsa una ley de pandemias en medio de la más grave y global de la historia de la humanidad... Por no hablar de un Ministerio de Igualdad que se ha convertido en una máquina de discriminar, del de Trabajo, que es la fábrica de excusas para maquillar parados y justificar el desempleo más elevado de la UE, del de Cultura, que prefiere apoyar el videojuego Land of War antes que al arte de la tauromaquia, o el de Transportes y Movilidad, con el presidente que más viaja en falcon. Sin olvidar que hay un Ministerio de Política Territorial compatible con la existencia de una mesa bilateral con Cataluña en la que de vez en cuando se habla del conflicto catalán y de realizar una consulta. Un repaso espectacular, incluso omitiendo las peleas y discrepancias entre departamentos. Las políticas de cada departamento son una clarísima colección de incoherencia contraproducente, que revela la necesidad de un cambio político en España, porque un país no puede soportar mucho tiempo un Gobierno cuyo único programa consiste en contraprogramar al Estado, actuando contra los intereses generales que tiene la obligación de representar y defender. Todos los gobiernos de nuestra democracia han hechos cesiones a partidos nacionalistas, pero siempre encuadrados en el respeto del marco constitucional como natural adaptación a un estado compuesto, pero nunca contra la unidad de España.