Big data
La sociedad española carece de una cultura de Defensa arraigada
El 54,9% de los ciudadanos no participaría de forma voluntaria en la protección del país si fuera atacado
España es un país que lleva en paz desde 1939, 83 años. La inmensa mayoría de los españoles, los que tienen menos de 82 años, nacieron una vez concluida la Guerra Civil y no han conocido conflicto bélico desarrollado en territorio nacional. Eso, unido a la propaganda «pacifista» de los que desde aquí defienden los intereses geoestratégicos de la Federación Rusa y la República Popular China, crea un estado de opinión de dejación y de oponerse a la guerra, en abstracto, de permitir que cualquiera nos pueda invadir sin ofrecer resistencia. Es más, los deberíamos recibir con los brazos abiertos y sin disparar un solo tiro.
Ya lo vimos en 1986 en el referéndum OTAN, del que tantas veces se ha arrepentido en público Felipe González, ya que dio alas a los enemigos internos de la Alianza y también al PCE y demás formaciones situadas a la izquierda del PSOE.
Fue la razón del nacimiento de Izquierda Unida en ese mismo año, como sustitución de la marca electoral del PCE, que llevaba varias convocatorias electorales en las que no alcanzaba el millón de votos, tras los más de dos millones de 1979. La movilización contra la entrada en la OTAN hizo que ya en las elecciones generales de 1989 la nueva IU igualase los resultados del PCE de 1979, y que los superase en las convocatorias de 1993 y 1996, llegando en este año a los 2,3 millones de votantes.
En España el «no a la guerra» era muy rentable para la izquierda comunista en los años ochenta y noventa y en la primera década de los dos mil para el PSOE, permitiendo, contra todo pronóstico, la victoria del PSOE en las elecciones generales de 2004.
En aquel referéndum el 53,1% de las papeletas dijeron sí y consideraban conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación. El 40,3% votó no.
España inició la profesionalización de sus Fuerzas Armadas en 1996 y el 31 de diciembre de 2001 se licenció a los últimos reclutas de reemplazo. El servicio militar obligatorio quedaba suspendido temporalmente, no derogado. Por lo tanto, la profesionalización de la milicia cumple veinte años. Fue una decisión tomada básicamente por dos razones; asegurar un respuesta militar si fuese necesaria con el 100% de los efectivos y no depender de «objetores de conciencia», que se multiplicarían en situaciones de grave amenaza para nuestro país, y la segunda, por la tecnificación de la guerra moderna, que no requería de grandes masas de hombres y si de la tecnología y de su correcto conocimiento y manejo.
La decisión fue muy acertada, prueba de ello es el resultado del barómetro del CIS de 2017, último realizado sobre nuestras Fuerzas Armadas, en las que se planteaba, en el supuesto de que España fuera atacada militarmente, ¿estaría Ud. dispuesto a participar voluntariamente en la defensa del país? ¡El 54,9% respondió que no o probablemente no! Mientras que el 39,0% de los ciudadanos afirmó que sí o probablemente sí.
La realidad es que la cultura de defensa en España no está suficientemente desarrollada al tiempo que gran parte de la sociedad se encuentra adormilada y engañada en un mundo paralelo de paz y amor cuando fuera de nuestras fronteras hay países con regímenes totalitarios o autoritarios dispuestos a invadir por la fuerza naciones soberanas en Europa y en Asia.
En el mismo barómetro del CIS se pregunta a los ciudadanos cuál o cuáles casos justificaría que el Gobierno de la nación ordenase una acción militar. Pues bien la opción mayoritaria con el 67,4% fue la de una invasión del territorio nacional. Otro 23,7% la apoyaría en caso de una invasión a un país de Europa.
La oposición al empleo de la fuerza se reduce al 10,2%, que en ningún caso justificarían una acción militar, ni siquiera por motivos humanitarios, como lo defiende el 50,6%, o para imponer por la fuerza la paz, con el 42,2%.
Un 64,6 % de los españoles afirma que la actuación de las Fuerzas Armadas contribuye mucho o bastante al prestigio internacional de un país, mientras que para el 18,4% su contribución es poca e incluso un 10,3% manifiesta que nada.
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