Partido Popular

El PP tiene un problema de salud mental

La única manera de salir de este atolladero es arrastrando los mantras que tanto gustan a la izquierda. ¿No está salvándose Rocío Carrasco?

Pasará lo que nadie espera. El futuro no está escrito por más que ya hayan echado cuatro cabezas al fuego purificador de la tertulianada. La única manera de salir de este atolladero es arrastrando los mantras que tanto gustan a la izquierda. ¿No está salvándose Rocío Carrasco? Y Génova no guarda más drama que Montealto. Perdonen, pero uno asiste al espectáculo con el comodín de la frivolidad como si fuera Mario Vaquerizo retocando la laca de Alaska. Si Rociito, decían, cambió la historia de la Prensa del corazón, (mentira), lo del PP se rubricará en las hemerotecas como el momento en que un partido dejó tan alto el listón del suspense que ya solo queda un final abrupto o unos días de tensión silenciosa. No se puede (Baudelaire) ser sublime sin interrupción. Lo de la «reunión infructuosa» ha sido como final de capítulo de la serie «Sucession».

Digan, por ejemplo, que tienen un problema de salud mental, así, en abstracto, para que nadie sepa exactamente de dónde viene el mal, pero con esta excusa no pueden echarles en cara las actuaciones de los últimos días. Si Cifuentes lo hubiera hecho, cuando las cremas, su mundo sería otro, pero ella pensó que estaba cuerda hasta que vio que la única cuerda era la que tenía al cuello. Queridos, un rapto de locura lo tiene cualquiera y las explicaciones pueden ser múltiples. La nueva ley de protección animal es estresante. Estoy por pedirme una baja porque a qué hora hago el cursillo para hacerme responsable de una mascota con la que ya convivo diez años, pues lo mismo le pasará a Ayuso con su perro Bolbo, la pasión canina que llegó después de ser «comunity manager» de Pecas, el can de Esperanza Aguirre, que Dios tenga en su gloria, el perro digo, porque Esperanza se empeña en demostrar que sigue viva.

Sobre Carromero mejor abstenerse de hacer chistes fáciles con su apellido. No entiendo la temprana dimisión de este hombre que bien podría argumentar ante un jurado popular (del pueblo, no del partido) que estaba en transición hacia un género fluido: han sido tantos los encargos subterráneos de su carrera que este actor secundario no sabía dónde colocarse. Hablen en lenguaje «woke», que es incomprensible a la vez que clarificador. Dos de las mayores «influencers» enloquecen las redes este finde porque una se ha operado de hemorroides (la pareja de Risto Mejide) y otra (Dulceida) por el tamaño de su clítoris debido a una infección. Se le ha puesto como una nuez. Eso sí tiene que doler. Que todo sea absurdo hasta el final. Y nos tomamos unas aceitunas sin hueso Teo.