Partido Popular

Tronos

En el juego de tronos de una lucha a muerte entre competidores beligerantes por el mismo espacio de poder, usando la corrupción como arma nuclear, no sobrevive nadie

Desde tiempos de Rubalcaba (D.E.P.), ya sabíamos que es posible «saberlo todo de todos» gracias al Sitel (Sistema de Interceptación de Comunicaciones Electrónicas). Sitel, ideado en principio para uso policial, capta todo tipo de comunicaciones telefónicas y de adsl. Para el poder, espiar es baratísimo, cómodo, lucrativo, fácil. Lo que no sabíamos es que se pueden espiar también los datos fiscales del contribuyente (muchos ingenuos creíamos que era ilegal). Pero la información siempre es poder contra el enemigo. Y claro, tenía que pasar: la corrupción se ha convertido en otra arma política para destruir al adversario, como vemos estupefactos que sucede en Madrid. La corrupción para algunos políticos no es el problema: cuando pueden ser corruptos, optan por serlo. Como el objetivo general no es acabar con la corrupción, buscan la manera de obtener rédito de la propia o la ajena. Atrás quedaron los tiempos en que «unos se tapaban a otros» porque apoyándose mutuamente garantizaban su supervivencia. Ahora, la corrupción ha alcanzado otra fase. Queda también en el pasado la «destrucción mutua asegurada», (al estilo de la política de bloques de la Guerra Fría): una tensión que nadie se atrevía a romper porque, de hacerlo, obtendría la destrucción del enemigo, pero también la suya propia. De manera que nadie pasaba al ataque, todos se conformaban con acumular información sobre el enemigo y, soterradamente, amenazarlo para que se mantuviese asimismo inmóvil, lo que garantizaba que nadie diese ese primer paso previo a la voladura final de todo… Hoy, estamos en una nueva etapa brutal, salvaje, totalmente inédita: la corrupción se ha convertido en un arma más para fulminar al antagonista, incluso cuando el contendiente es del mismo partido. Pero los osados que actualmente pugnan por el mando no saben que, al final, eso conduce al mismo resultado de antaño: la destrucción mutua asegurada… Porque en el juego de tronos de una lucha a muerte entre competidores beligerantes por el mismo espacio de poder, usando la corrupción como arma nuclear, no sobrevive nadie. Y si hubiese algún superviviente, quedará muy malherido.