Ione Belarra

Pacifistas

Porque ellas y el partido que representan y las sustenta siguen viviendo en un mundo irreal, sectario y dogmático

Todo va tan deprisa en estos días que no es imposible que a estas alturas se quedara ya viejo este comentario y Podemos haya conseguido descender del guindo con parsimonia y sin daños personales. O sea, que se haya caído, pero sin esa violencia que tanto desasosiego le provoca. Ahora, claro, porque su pacifismo no se ha mostrado tan beligerante y radical ante violencias más cotidianas –¿no lo son los escraches?– o menos lejanas ideológicamente, como las ejercidas por regímenes tiránicos a los que ha tenido el gusto de asesorar.

Bien mirado, lo de estimar que se han de caer del guindo no deja de ser una generosa consideración: presupone que no se enteran del mundo en que viven. Podría también pensar que en realidad se enteran muy bien y su opción de jugar a la estrategia argumental de Putin, criminalizando –el palabro es horrible, pero les gusta mucho a ellos– a la OTAN y considerando que responder al agresor es aumentar la escalada violenta, no es sino una toma de posición ante quien señala al enemigo común, que es Occidente. Pero no quiero hacerlo, quizá porque hasta para ser malvado hay que tener algo de criterio y siquiera una brizna de inteligencia política. De hecho, los malos muy malos no suelen pecar de estúpidos.

Es evidente que en la guerra de Putin sólo hay un agresor, el tirano ruso. Toda la izquierda europea, incluso los comunistas más desalineados con la Alianza Atlántica, o calla o concede que además de sanciones y esa diplomacia que Putin ha reventado sistemáticamente desde el día 24 de febrero, hay que armar a la resistencia ucraniana. Lo pide el Gobierno, lo piden los civiles, lo piden las mujeres. Las mujeres: ni siquiera el clamor que llega de quienes se supone son su objetivo principal, el destino de los desvelos y renuncias feministas de Montero y Belarra quiebra el generoso corazón pacifista de las dos Gandhi del gobierno de coalición. Ayer mismo, la radio emitía los testimonios de Olga, de Yulia, de Tatiana... en los que pedían auxilio, recordaban que ellas luchan, dejan sus casas, renuncian a todo para que su familia no se rompa, o están en las calles, en las esquinas haciendo frente al invasor. Si fuera por las pacifistas Montero y Belarra, no tendrían armas con las que responder. Porque hasta ayer esa respuesta a quien te está matando era para las ministras de Podemos una inaceptable contribución a la escalada violenta. Porque una cosa es ser feminista y otra dar armas a las mujeres. Aunque, como decía Tatiana, el de ayer fuera el día internacional de la mujer luchadora.

Hasta el momento de escribir estas líneas, sólo el toque de atención de Yolanda Díaz, la heredera designada por Iglesias, mucho más pragmática, moderna e inteligente, ha silenciado el griterío contra histórico de las dos únicas ministras de Europa que se sirven del argumentario del tirano Putin. Porque solas no se caen del guindo. Porque ellas y el partido que representan y las sustenta siguen viviendo en un mundo irreal, sectario y dogmático. Prefiero pensar eso a aceptar como verdad que unos antioccidentales forman parte de un gobierno de Occidente y a la primera crisis se muestran como son. Es como si aceptara que apoyan al gobierno de un país quienes quieren destruir ese país. Caramba, tengo que darle una vuelta a esto.