Sabino Méndez

La mirada que puede cambiar todo

¿Se han dado ya cuenta de que uno de los rasgos principales que muestra Feijóo en público es la extraña fijeza que toma su mirada en algunos momentos? Es una pausa en la pauta sensorial y lógica del contacto visual entre humanos que lo coloca en una zona muy singular. Provoca la sensación de que la inmovilidad pausada de esa mirada pudiera reducir cualquier pedazo de carne de tamaño medio a un montón de cenizas en menos de treinta segundos. Tengo una enorme curiosidad por saber de qué manera va a tratar el PSOE esa particularísima singularidad. Sobre todo, porque está claro que la retórica de la oposición que hasta ahora practicaba el PP va a cambiar de plano y los socialistas se verán obligados a obrar en consecuencia.

No dudo que al principio todo serán buenas palabras –habida cuenta del contexto de salida de la pandemia y guerra ucraniana que invita a convenientes consensos– pero es imposible olvidar que Pedro Sánchez es un verdadero especialista en manejar ese tipo de cordialidad engañosa que uno reserva en general para los apestados y los leprosos. El registro de displicencia didáctica en que se había instalado el presidente hasta la fecha para tratar con la oposición es dudoso que pueda funcionar con Núñez Feijóo y los asesores deben estar transpirando a tope frente a sus pizarras para definir la nueva estrategia.

Los primeros contactos indudablemente estarán destinados a mostrarse en los dos frentes como hombres de Estado y luego, pacificados los respectivos patios, empezarán las cosas en serio. Solo cuando Feijóo tenga estructurado y ordenado el PP, se desatarán verdaderamente las hostilidades. El aspirante a presidente de los populares es indudablemente una figura mucho más rocosa que su antecesor. En buena lógica, cabe pensar que su perfil impondrá más respeto en Ferraz que el de Casado, cuya silueta vacilante hubiera sido la oposición más deseable para cualquier gobierno con un futuro próximo de inflación desbocada por delante. Considerarlo así es la suposición más razonable, si bien no sabemos si es verdadera. No hay nada malo en creerla, pero no podemos obligar a nadie a aceptarla como si fuera artículo de fe.

Lo único objetivamente cierto, por ahora, es que los socialistas han perdido su principal arma de ventaja, que era la división entre las filas del adversario. El Partido Popular se está recolocando a una velocidad de vértigo después de haber probado el acre sabor de la desorganización y el desconcierto. Es de antiguo conocido que las jerarquías de seres humanos se someten de buen grado a cualquier regla en virtud de la cual puedan librarse de la tiranía del capricho y del azar. El Partido Popular viene con ganas de funcionar con reglas claras y olvidarse de veleidades y arrebatos. En un contexto así, las relaciones entre los dos principales leviatanes de nuestro bipartidismo su puede sospechar que mejorarán en inicio. Conviene a los dos contendientes: a uno por estar reorganizando sus fuerzas y al otro porque le han aparecido varios nuevos e inesperados frentes de un realismo tan atroz que evidencian cuanto de representación afectada había en sus supuestas preocupaciones políticas anteriores.

En este clima melancólico por ambas partes, lo mejor es no hacer grandes esfuerzos añadidos y mejorar la comunicación. Si algo está claro es que nadie se imagina (ni él mismo) a Feijóo esperando sentado una llamada de Pedro Sánchez y quejándose amargamente de que no llega. Su perfil más rocoso hace sospechar que, con la impasibilidad de la gota malaya, insistirá una y otra vez en sus llamadas a la comunicación sin avergonzarse de ello, ni sentir la sensación defensiva de humillación que atrapa al inseguro. Si esa actitud marcha, se notará enseguida porque, de no funcionar, veremos enseguida que lo que podría ser un proyecto de comunicación más o menos continuado y extenso, se reduce a la longitud de una visita de condolencias.

funcionar, veremos enseguida que lo que podría ser un proyecto de comunicación más o menos continuado y extenso, se reduce a la longitud de una visita de condolencias