Guerra en Ucrania

Kim Jong Putin

El jefe del Kremlin va a convertir a Moscú en un gigantesco Pyongyang

Los últimos informes de la inteligencia norteamericana describen a Vladimir Putin como un dirigente aislado dentro del Kremlin. «Ha creado un sistema en el que su propio círculo de asesores es cada vez más estrecho. El covid ha hecho que este círculo sea aún más cerrado. Y es un sistema en el que cuestionar el juicio del jefe no mejora tu carrera», reveló recientemente el jefe de la CIA, William Burns, al Congreso de Estados Unidos. Lo hemos visto en un vídeo viral del presidente ruso en el que increpa al jefe de los espías por no hablar lo suficientemente alto. La descripción de Burns encaja perfectamente con la de otro conocido villano de la escena internacional: Kim Jong Un. El dictador norcoreano se encerró durante la pandemia para evitar el contagio. La salud es su talón de aquiles. Debido a sus problemas de sobrepeso tenía todas las papeletas para desarrollar un cuadro grave en caso de infección. El aislamiento hizo la paranoia más grande. Pero no es la única conexión entre los dos líderes. Putin emprendió la invasión de Ucrania para reescribir la derrota de la URSS en la Guerra Fría. Obsesionado con la épica de Pedro el Grande quería recuperar el esplendor del imperio y devolver a Ucrania a la bota soviética. La guerra ilegal e injusta amenaza con devolver a Rusia al ostracismo. Las sanciones de Occidente están provocando una fuga inédita de las empresas financieras, tecnológicas y de gran consumo del mercado ruso. El daño es considerable. Nada más estallar el conflicto, el profesor John Callahan advirtió en estas páginas de que Putin iba a convertir a Rusia en una nueva Corea del Norte, tanto si ganaba como si perdía. Un gigantesco reino ermitaño dependiente de China. «Putin quiere retroceder el reloj a los días de gloria de la Unión Soviética, pero el viaje en el tiempo puede llevarnos a lugares inesperados. En vez de la gloria soviética de los años 50, conseguirá una vuelta a los días caóticos de los 90».

Pero hay más. El jefe del Kremlin parece haber copiado la táctica del chantaje nuclear de Kim Jong Un. En su retórica belicista recurre constantemente a su arsenal atómico. Putin ha roto la lógica racional de la Destrucción Mutua Asegurada y ha saltado de la disuasión nuclear a vil la amenaza.

El jefe de la CIA compartió con los congresistas su opinión de que parece «enojado y frustrado». La guerra relámpago ha fracasado. El jefe del Kremlin, que había negado repetidamente el derecho a existir de su país vecino, se enfrenta a una población que defiende con uñas y dientes su Estado. Hasta Járkov (la tercera ciudad rusoparlante del mundo por detrás de Moscú y San Petersburgo) grita «¡Gloria Ucrania!». En Jersón, controlada por las tropas rusas desde hace una semana, la población sale a diario a las calles con la bandera de Ucrania. La brutalidad y crueldad del dictador ruso está provocando los efectos contrarios a los deseados entre los ucranianos. Hay expertos militares que dudan de que Rusia pueda lograr una victoria militar. Incluso si logra sus objetivos en el este, en el sur y en Kiev se enfrentará a archipiélagos de resistencia que harán imposible la dominación o pacificación del país. Burns alertó de que las semanas más feas del conflicto están todavía por llegar. El asedio a Mariupol es un ejemplo. Putin ha pasado de ser un dictador anacrónico a un criminal de guerra.