Opinión
Feijóo, patriotismo dual
El nacionalismo cultural fue concebido como un proyecto revolucionario, propio del movimiento romántico, como un acto de rechazo a la tradición ilustrada y clásica del momento, careciendo de dimensión política y centrando su proyecto en la protección de la lengua, la cultura, la exaltación de las tradiciones populares, la religión y la historia. El triunfo del romanticismo en España se produjo a partir de la guerra de la Independencia de 1808, que tuvo un gran contenido patriótico y que fue el caldo de cultivo de un patriotismo dual, pero que, guerras carlistas por medio, intereses de la burguesía, pérdidas de colonias, guerracivilismo; se tradujo en el auge de los nacionalismos catalán, gallego, vasco y castellano (este último confundido muchas veces con un falso nacionalismo español). Y frustró en buena medida la idea integradora de España.
Hace unos meses, y coincidiendo con el 136 años del nacimiento de Castelao, el actual presidente de la Xunta de Galicia y futuro presidente del PP, asistió por primera vez al homenaje del ilustre rianxeiro en el panteón de Bonaval, para poner en valor su «galeguismo intelixente», y en palabras de Alberto Núñez Feijóo, frente a quienes construyen «minifundios anacrónicos» o intentan privatizar su legado, reivindicó ese «galeguismo plural e integrador» de Castelao, que admite diferentes perspectivas y en el que incluso es posible discrepar, pero del que «ninguén se debe apropiar», pues se trata de galleguismo alejado de los «minifundismos anacrónicos» y en el que deberían caber, según Feijóo, «os soños de todos».
La patria es una identidad surgida del territorio, los amigos, los ideales, las costumbres y logros colectivos; y por ende el patriotismo es la expresión de esos sentimientos que identifican al individuo con una colectividad que designamos nación. En España, el patriotismo, tiene graves carencias al no tener bien articulados los vínculos jurídicos, históricos y especialmente los afectivos. La patria es un concepto convertido en tabú debido al relato histórico de una izquierda revanchista que ha asumido desde la «Leyenda negra» hasta la soez manipulación de la bandera nacional como símbolo franquista. La nueva izquierda quiere promover un renovado patriotismo español, desmarcándose de una supuesta identidad nacional de una derecha que no ha sabido desprenderse de la herencia del pasado, de un franquismo que pesa como una losa. Mientras en España no hemos cultivado el sentimiento patriótico, debatimos sobre nuestro proyecto común y seguimos sin lograr un acuerdo en torno a nuestros símbolos y señas de identidad, los nacionalistas esencialistas y románticos ganan enteros en su proyecto rupturista y tejen alianzas espurias para destruir la nación más vieja de Europa. Mientras el nacionalismo gana el relato, nacionalismo catalán, vasco y castellano se autoalimentan con odio mutuo.
Feijóo representa una forma diferente de entender España desde la periferia, el galleguismo inclusivo e hispánico. Con una fuerte identidad cultural, orgullosos de su lengua como catalanes o vascos, el galleguismo no genera ningún problema en reconocerse políticamente como gallego a la vez que identificarse políticamente como español. El patriotismo dual, por el que lucharon los liberales en el Cádiz de 1812, los gallegos lo han aplicado con inteligencia.
El nacionalismo identitario, una ideología que favorece el resentimiento en contraposición al patriotismo, fue el responsable de las dos guerras que devastaron Europa y causante de enfrentamiento entre españoles. No arraigó en España, excepto en las regiones que más tiempo se alzaron contra las ideologías modernas, donde algunos ideólogos lo utilizaron como herramienta para canalizar sus complejos y comprender los cambios de la Modernidad. Tuvieron éxito, y hoy la política española aún está cercada y condicionada por los conceptos urdidos por el separatismo para conseguir sus objetivos. España es una comunidad de gente que ha hecho un largo camino durante muchos siglos. Nos ató en la tierra la razón griega, nos organizó el estado romano, nos proyectó al eterno la religión cristiana, nos temperamento la sangre goda, y así dispuestos se nos llamó españoles. Demostramos que el mejor sale de unir la diversidad en un gran propósito. Nuestra aventura juntos, con los errores de toda obra humana, cambió el mundo para bien.
Alejarse de nacionalismos rancios de banderas y gritos, sean de Vox, el PNV o ERC. Y arrebatando al PSOE la idea de la España plural, Feijóo tiene la gran oportunidad de rearmar moralmente un nuevo proyecto político, desde la centralidad y la razón.
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