Guerra en Ucrania

Putin ha derrotado al coronavirus

Quién iba a decir que sería Putin el que terminaría con ese coronavirus maldito que durante más de dos años se ha llevado por delante a familiares, amigos y conocidos de habitantes de los cinco continentes y ha trastocado la bendita ordinaria normalidad de nuestras vidas, ahora tan añorada. Así, ha llegado la hora de que los gobernantes se pongan las pilas y no se acostumbren a una presunta «nueva normalidad» que exige a los ciudadanos vivir amordazados, porque eso puede ser normal para algunos animales de compañía, pero no para los seres humanos. Resulta que el microscópico bichito ha sido eliminado por los misiles rusos de Putin después de estar triinoculados e ignorar si eso significa estar trivacunados o haber sido sujetos pasivos involuntariamente sometidos a una investigación global de fármacos como experimento mundial sin precedentes. Esta referencia no es fruto de una eventual mente conspiranoica, sino de un acreditado experto, el Dr. Laporte Roselló que, a propuesta precisamente de las izquierdas socialista y podemita, compareció ante la comisión de investigación parlamentaria creada en el Congreso para aclarar cuestiones vinculadas a la pandemia. De momento, su comparecencia ha incorporado más incógnitas que respuestas, que todavía esperan ser aclaradas en las conclusiones de la citada comisión.

Sometidos ahora a la batalla de la información-desinformación de la guerra de Ucrania, observamos pautas de actuación que ya resultan familiares con la experiencia adquirida durante la agresiva actuación del enemigo vírico que ataca a la población civil sin distinguir entre personal sanitario o no. Así, sabemos que el mero hecho de aproximarse con espíritu crítico y sin prejuicios a la realidad de la Covid-19 llevaba aparejado el sambenito de «negacionista» y «conspiranoico», cual nazis negando el holocausto de seis millones de judíos por Hitler. Con la guerra de Putin ocurre algo similar a quien pretenda analizar lo que sucede separándose del relato oficial y único para el Occidente europeo, consistente en que Putin y Zelenski son el equivalente a Hitler y Churchill, respectivamente, y sus papeles asumidos en la guerra mundial.

Añadir algunas consideraciones y reflexiones al relato oficial automáticamente conlleva ser tachado de «ultraderechista Putinero», homónimo del negacionista anterior. Que esa invasión es una violación inadmisible del orden internacional es tan evidente como que resulta razonable plantearse qué necesidad tenía la OTAN de tratar a Rusia como si fuera un potencial enemigo. Cien vidas que tuviera, elegiría vivir las cien en Occidente antes que en la Rusia de Putin. Pero con libertad de expresión y opinión. Y sin sometimiento a lo políticamente correcto.