Opinión

Cómo ser feliz. ¿Qué?

Queridos estudiosos del alma, para aceptar las emociones propias hay que conocerlas

De vez en cuando salen a luz nuevos estudios para ser felices, como si ser feliz fuera algo solo individual. El último de la Universidad de Harvard nos aconseja seguir cinco hábitos «sencillos»: aceptar las emociones propias, simplificar la forma de vivir, realizar actividad física de forma asidua, practicar la resiliencia y cuidar las relaciones personales.

Voy con el primero. Queridos estudiosos del alma, para aceptar las emociones propias hay que conocerlas. Saber qué me está pasando, ponerle un nombre y, por último, aceptarlo. ¿Cuántos de nosotros podríamos contestar a ciencia cierta que sentimos miedo o dolor o envidia o rabia o cualquiera de la múltiple gama de emociones humanas?

Una persona que conoce la emoción que le embarga es ya un experto en la materia; un elegido al que en su niñez no le han hecho esconder ni negar sus sentimientos. Un genio en escuchar su corazón. Con nuestra educación civilizada escuchamos antes la mente que el alma. Pregunten a cualquiera ¿qué sientes ahora? La mayoría intentaremos dar una respuesta desde el intelecto. Una respuesta aceptada, formal, superflua. El que es capaz de expresar en una palabra una emoción honda es el único que puede asumirla.

Los demás hábitos ya van a la cola del primero, porque si no intimas con tus emociones no podrás darte cuenta que tu existencia desordenada, veloz y absurda, te provoca un estrés dañino al que seguramente te aferras para no asumir lo doloroso de tu vida en calma.

El deporte constante solo consiguen hacerlo aquellos que tienen orden y concierto en su vida; que saben que moverse con sentido es tan necesario como respirar.

Lo de la resiliencia es rizar el rizo. Saber adaptarse a las situaciones, ser tolerante y flexible es el cetro de los sabios.

Y para tener y cuidar seres queridos primero tenemos que cuidarnos y querernos a nosotros mismos.

Por último, parece que para ser feliz habrás de protegerte mucho de sentir el dolor ajeno. Lo siento, pero para mí sin empatía no existe el ser humano.