Política

Con permiso de Feijóo

Con Feijóo no sólo el PP aspira a recuperar fortaleza y crédito a corto plazo, también paz interna con Ayuso saboreando el control absoluto del PP madrileño

Cuando Ayuso sacó el látigo, tembló Génova. Casado quiso hacerla frente y se llevó el varapalo de su vida. Fue un knockout en toda regla, a lo Tyson. Fue a por él y lo mandó a la lona en un santiamén. Visto y no visto, Casado caía en el primer asalto.

La medida de la debilidad de Casado ya la evidenció Feijóo cuando en diciembre de 2021 se tomó la libertad de zumbar a su presidente nacional en una comparecencia conjunta. ¡Le llamó al orden ante las cámaras! Se sintió ya entonces Feijóo con autoridad para leerle la cartilla a su jefe de filas. Todo un presagio de lo que iba a ocurrir y de la debilidad que proyectaba Pablo Casado para entonces, pese a que las encuestas sólo empezaban a reflejar un ligero cambio de tendencia luego de meses alcistas a partir de la victoria del ciclón Ayuso en la Asamblea de Madrid.

Fue astuto el presidente gallego ganando tiempo en julio de 2018. Rehuyó presentar su candidatura en el Congreso tras la dimisión de Mariano Rajoy. Por el contrario, las dos lugartenientes de Rajoy decidieron batirse en duelo. Estaban a la greña desde el primer día. De hecho, buena parte del desaguisado para atajar el 1 de Octubre catalán está también en su rivalidad desmedida. Andaban conspirando la una contra la otra, seguras de dar cumplimiento al «Ni urnas, ni papeletas» de Mariano Rajoy. Se miraban de reojo. Lo pagaron en el Congreso del partido tras la caída de Rajoy luego de la fulminante moción de censura en la que ni creía la mayor parte del PSOE. Ahí se coló Casado, a río revuelto ganancia de pescadores. Luego del fiasco, que se hubieran encaramado las exministras a la Presidencia del PP hubiera sido una hazaña.

Tomó el mando Casado con su sonrisa sempiterna. Pronto frunció el ceño, pues sólo iniciar su reinado tuvo que responder por un controvertido máster que le puso en un aprieto. Controvertido debut, pésimo. Ese tipo de cuestiones mellan la credibilidad, al ser percibidas como artimañas de mezquina picaresca.

Soraya, De Cospedal y Casado, la terna que compitió, no pintan ya nada hoy. Ni en política, ni en el PP. Feijóo, en cambio, supo esperar. Eludió aquella contienda. Arrasó en Galicia de nuevo, con el PSOE en el furgón de cola ante el avance del BNG. Y secó a VOX de manera apabullante. Los de Abascal no sacaron ni para pipas. El 2 por ciento de los votos para mayor exactitud.

Galicia es la única autonomía española donde el PP gana por mayoría absoluta y anula al resto de la derecha. Eso cuenta en el haber del flamante nuevo presidente del PP que tiene la complicada misión de batir al PSOE con VOX ganando terreno encuesta tras encuesta. Entre ambos se están merendando al tercero en discordia. Aunque C’s está ya casi en los huesos. Por ahí poco más van a rascar. El nuevo filón de VOX puede estar en esos barrios populares donde la izquierda barría. Eso detectan las encuestas. Por ejemplo en Catalunya. El PP recupera un pellizco de votos mientras VOX sigue subiendo. Y el PSC de Illa pierde fuelle.

La horma del zapato de Feijóo es la amenaza de VOX si éstos pisan los talones al PP. Porque eso significaría que el PSOE sería a buen seguro el partido más votado aunque no pudiera sumar. En esa encrucijada, Feijóo se vería obligado a compartir Gobierno con Abascal que ya sueña con ser vicepresidente. Por el contrario, si Feijóo venciera, podría poner a VOX en un serio aprieto si reclamara sus votos para la investidura pero los excluyera del Gobierno.

Eso contando que la derecha sume los suficientes apoyos, cuestión hoy por hoy en tela de juicio.

Feijóo tiene más empaque que Casado. No sólo no tiene másters que justificar, puede exhibir una trayectoria, gobernanza y resultados envidiables. Y con Ayuso en compás de espera, no hay quien le tosa. La derecha tiene un líder sólido, para rato. A no ser que salga noqueado en la futura confrontación con un Pedro Sánchez que ha recuperado el liderazgo en todas las encuestas a la espera de si hay o no efecto Feijóo de inmediato y con eso recuperan el ánimo y frenan el avance de VOX.

Con Feijóo no sólo el PP aspira a recuperar fortaleza y crédito a corto plazo, también paz interna con Ayuso saboreando el control absoluto del PP madrileño. Si Feijóo esperó su momento, la lideresa Ayuso deberá esperar el suyo. No se puede permitir una nueva reyerta, lo que también apunta a una armónica convivencia. Sólo que Ayuso es mucha Ayuso, nadie como ella cuenta con el fervor de las bases, es joven y tiene largo recorrido si la justicia no le depara sorpresas. Algún día una mujer presidirá España. Y no hay otra con mayor proyección que ella. Con Casado era con o sin su anuencia. Con Feijóo, con permiso y esperando turno, está claro.