Guerra en Ucrania
Zelenski y España
Dos noticias tan distintas como distantes ponen esta semana el foco en Ucrania con singular intensidad desde España. Una es la intervención de Zelenski ante las Cortes Generales reunidas solemnemente para escucharle en una etapa más de su telemática gira por los parlamentos europeos, «Otánicos» y de la ONU, para reclamar más ayuda económica y militar frente al invasor Putin, y denunciar a quienes según él, no le sancionan con la severidad que merece su conducta.
Según hemos podido comprobar, parecería que sobre ese guion básico, su discurso se adapta a lo que el guionista considera como más adecuado recordar para sensibilizar a los concretos destinatarios del mensaje de la jornada. Así, a los representantes de los Países Bajos les lisonjeó hace unos días con una referencia a su «libertad ganada frente a la cruel dictadura de Felipe II», y a los españoles nos ha recordado el «cruel bombardeo de Guernica de 1937». La verdad es que, puestos a intentar sensibilizarnos, podía haber obviado referirse a un bando de la Guerra Civil, y haber elegido una tragedia que nos uniera en vez de dividirnos, porque en nuestra guerra ejemplos tristes no escasean en el otro bando: desde el bombardeo de Cabra hasta los crímenes de Paracuellos o la persecución religiosa por ejemplo, aunque quizás quiso hacerlo de acuerdo con la Memoria Democrática tan del gusto del Gobierno. Afortunadamente, a nuestros representantes no les habló de la «dictadura cruel de Felipe II» porque hubiera puesto de actualidad que nuestros estudiantes ya no la van a conocer por ser anterior a 1812, cuando parece que no existía España.
La otra noticia que vincula esta semana a nuestras dos naciones es la relativa al alquiler de vientres, práctica que tiene como protagonistas a otras víctimas inocentes de una conducta que el Tribunal Supremo, en un relevante fallo de su Sala de lo Civil, acaba de descalificar absolutamente por «cosificar» a las mujeres y sus hijos, sometidos a quienes comercian con ellos en este execrable negocio de producción de niños. Una actividad en la que Ucrania destaca entre las naciones, lo que debe ser de conocimiento de Zelenski, que debería prohibirla con no menor ímpetu del que utiliza para denunciar a quienes comercian con Putin. El término «gestación subrogada», utilizado para referirse este inhumano tráfico comercial, es tan farisaico como el de «interrupción voluntaria del embarazo» para hablar del aborto, del que Zelenski es un ferviente partidario.
La trágica e inadmisible invasión de su patria no le convierte en un estadista y benefactor líder de la humanidad.
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