Guerra en Ucrania

La performance de la tragedia

No se recuerda un fenómeno político y mediático como el que está protagonizando el presidente Zelenski a causa de la invasión de Ucrania ordenada por Putin. Y no es necesario ser un «conspiranoico negacionista» para deducir que tener una acogida como la que está recibiendo por parte de tal número de parlamentos del mundo, no se explica «sólo» por el hecho de la invasión, con ser una tragedia humana y una flagrante e inaceptable violación del orden internacional. Es así porque desgraciadamente no es el único país, ni mucho menos, que ha padecido una experiencia bélica, y el eco internacional recibido por otros dirigentes y víctimas no tiene la más mínima comparación con el suyo, convertido en un «estadista» mundial.

Sin duda, tiene que ver con ello su condición de actor, con una cuidada puesta en escena convertida ya en trending topic sin precedentes. Pero de ahí a tenerle por un icono mundial, defensor de la libertad y de la democracia, media un abismo. Su sobreactuación es tan excesiva que ya empiezan a florecer las críticas a su discurso, que parece hecho para que los parlamentarios reciban el mensaje que los guionistas ucranianos consideran que deben escuchar en cada país para solidarizarse con su pueblo. Eso sí, con una Ucrania no solo representada, sino encarnada por él.

En este contexto, es inaceptable afirmar que mostrar solidaridad con el pueblo ucraniano exija idolatrar a Zelenski, como también que no idolatrarle signifique ser partidario del autócrata Putin. Así, por ejemplo, su actuación en Grecia acompañada de dos miembros del batallón Azov de claras connotaciones filonazis, ha provocado una tormenta política entre el gobierno y la izquierda opositora de Syriza. También resulta llamativo que en su performance en Japón no se refiriera a los bombardeos atómicos de Hirosima y Nagasaki causantes de 250.000 muertos, o en Alemania omitiera el terrible bombardeo de la ciudad de Dresde que ocasionó 300.000 y, sin embargo, en España utilizara Guernica con 127 fallecidos, cual si hubiera civiles muertos de una u otra categoría según quiénes los bombardearan.

Mientras, Twiter censura nada menos que al Coronel Baños, figura militar de acreditada independencia y profesionalidad para informar y opinar sobre lo que sucede en Ucrania con la solvencia, el rigor y la credibilidad que la situación requiere. Sabido es que el mayor enemigo de la guerra es la verdad, y por ello molestan quienes hacen de la búsqueda de la misma la guía de su trabajo. Como el Coronel Baños, sin duda.