Sociedad

Gratitud

Dar las gracias tiene resultados mágicos, como la sonrisa: nos transforma pero además transforma nuestra relación con el entorno: lo mejora infinitamente

La Semana Santa es un paréntesis muy especial. Hay quien lo emplea para ver las maravillosas procesiones y admirar los tradicionales pasos que salen cada año en tantos puntos de España, que por cierto este año está siendo mucho más especial y disfrutado tras dos años privados de estos emotivos y apasionantes momentos, llevados a hombros e iluminados con antorchas y con el brillo de los ojos de los que acompañan y admiran las escenas de la pasión de Cristo.

También hay quien aprovecha este pequeño descanso para viajar y desconectar.

En cualquiera de las opciones a elegir –y a exprimir como se merece, ya que estos dos años eludiendo actos sociales se han hecho eternos–, creo que es un buen momento para potenciar nuestra espiritualidad.

Y es que, se crea o no en una religión, seres espirituales somos todos, y como tales, hemos de alimentar el espíritu. ¿Cómo? Principalmente ejercitando nuestra fuerza voluntad, para que seamos conscientes de una vez de que nuestro espíritu es inquebrantable. También podemos llenar esta importante parcela de nuestra vida con actitudes generosas, humanitarias, compasivas… en definitiva, llenas de amor, que es el motor del mundo.

Personalmente he comprobado el enorme potencial que tiene un gesto sencillo y al alcance de todos, que ayuda, motiva, ilusiona y a la vez nos llena de fuerza. Me refiero a la gratitud. Dar las gracias tiene resultados mágicos, como la sonrisa: nos transforma pero además transforma nuestra relación con el entorno: lo mejora infinitamente.

Quienes hemos estado cerca de la muerte, no cesamos en expresar un enorme gracias por seguir en este mundo. Estar vivo es un regalo que no vamos a permitirnos desperdiciar. Pero también las personas que tenemos cerca, las que empezamos a conocer, las que nos aportan algo, aunque no volvamos a verlas, son también regalos a agradecer. Por supuesto la naturaleza, los animales, un río, el mar… hasta lo negativo esconde siempre una lección.