Vladímir Putin

Vintage

Putin está mal, es un viajero del tiempo. Procede de otro siglo y no sabe cómo escapar de éste, que a él lo abomina.

Putin vive en la Guerra Fría, en la carrera espacial soviética, en la crisis de los misiles del 62, en el pretérito. Él mismo es pasado, un ser antiguo que promueve guerras arcaicas (aunque tampoco desdeña las nuevas: en el negocio del exterminio está actualizado a la versión 5.0). No debe estar tan seguro de sí mismo como quiere hacernos creer cuando se exhibe al lado del presidente (‘soi-disant’) bielorruso haciendo declaraciones entre dientes, pretendidamente firmes y amenazadoras, pero que transmiten una clara imagen de repudiado internacional, de impotencia político-militar. Ni es tan fuerte como desearía, ni su sesera tan vigorosa como juran sus admiradores. Parece tener miedo, por eso visita centros espaciales retro-URSS, con su chaqueta de plumas negra tipo Amazon Today’s Deals, hablando de su «operación militar especial», una expresión de la misma categoría de aquella infecta necedad de «nueva normalidad», ambas pertenecientes al neo-lenguaje extremista actual, pues los jefecitos como él usan la lengua cual tinta de calamar, para esparcir oscuridad sobre unas masas que, como algunos especímenes de pájaros, insectos, o reses camino del matadero, necesitan estar ciegos para mantenerse enjaulados y no reventar su redil con golpes de pánico. Pero las imágenes hablan claro: Vladimiro está en las nubes, medio ido, viviendo en la nostalgia de un mundo que ya no es, aunque se empeñen él y su club de desalmados. Los mundos de Putin nunca volverán, la Guerra Fría terminó, las guerras cada vez son más ardientes, sanguinarias, estúpidas…, como demuestra la que él mismo ha iniciado. Putin nos quiere convencer de que todo es mentira, que su guerra es una operación lógica y él un gran hombre de Estado (no lo es por estatura física, ni política), que los muertos son una pantomima de los neonazis ucranianos. Pero la sangre derramada por él y su pandilla de paranoicos ultraforrados, adoradores del plutonio y el latrocinio, es verdadera. Putin está mal, es un viajero del tiempo. Procede de otro siglo y no sabe cómo escapar de éste, que a él lo abomina. Opresor vintage: Vladimir.