Guerra en Ucrania
Insensibilidad europea en la Expo de Dubái
Cuando un país acude a una Exposición Universal muestra sobre todo sus creencias, principios y valores, que son sus principales señas de identidad
Dubái es una ciudad que sorprende a todo aquel que la visita. Altos rascacielos, muchos de ellos de estilo vanguardista y con formas sorprendentes, flamantes infraestructuras, espectaculares atracciones, lujosos comercios de las mejores firmas mundiales, vehículos exclusivos, así como singulares museos como el del futuro, recientemente inaugurado. No es de extrañar que Dubái sea una de las ciudades más turísticas del mundo.
Muchos se preguntan si resultará posible mantener este trepidante ritmo de crecimiento. No parece probable, y en algún momento, la tendencia cambiará. Sin embargo, los emiratíes han aprendido la lección de un pasado donde las carencias y el sufrimiento de la dura vida del desierto moldearon su carácter, y no están dispuestos a volver a ellas. Se encuentran fuertemente comprometidos en no perjudicar su futuro y cuidan su privilegiada situación para no poner en peligro el bienestar de las próximas generaciones.
El proceso de nacimiento y desarrollo de los Emiratos Árabes Unidos está relatado por Mohamed Al Fahim en «De los harapos a la riqueza». Expone, entre otras interesantes cosas, que los emiratíes han pasado en muy poco tiempo del camello a potentes vehículos de alta gama sobrados de comodidades. Por ello, evitan a toda costa que sus hijos y nietos tengan que volver al camello, animal al que, por otra parte, cuidan con especial esmero, conscientes que son una parte muy importante de la simbología de su pasado, al que incluso le dedican un pequeño pero coqueto museo único en el mundo. Otro museo no menos coqueto le dedican al caballo árabe, su otro animal emblemático, en el que invierten grandes sumas para tener espectaculares cuadras, algunos de sus mejores ejemplares proceden de yeguadas españolas.
Lo cierto es que Dubái está teniendo un éxito económico indiscutible. Hoy día no hay en el mundo novedad ni avance de naturaleza técnica o económica que no pase por Emiratos. Preocupados por el futuro de sus hijos, los envían a las mejores universidades europeas, fundamentalmente británicas, y su nivel de formación crece exponencialmente. De hecho, los naturales del país dirigen importantes empresas que operan en el Golfo. Los Emiratos Árabes Unidos, formado por siete, de los que Abu Dhabi y Dubái son los más conocidos, con solo 50 años de existencia, mantienen un complejo equilibrio internacional. Bajo el liderazgo de Arabia Saudí, las monarquías del Golfo conforman el Consejo de Cooperación para los países del Golfo (CCEAG), a través de la cual mantienen una estrecha relación con la mayoría de países árabes y musulmanes; unas intensas relaciones comerciales con los países occidentales e, incluso, recientemente han establecido relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, sin que tengan relaciones hostiles o tensas con Rusia o China.
Emiratos votó en la sesión de la Asamblea General de la ONU, del pasado 2 de marzo, a favor de la condena a Rusia por su invasión de Ucrania, por lo que se ha alineado claramente con el derecho internacional, deplorando la invasión rusa, a la vez que le conmina a respetar la soberanía e integridad territorial de Ucrania. Quizás haya tenido muy presente la invasión de la nación hermana de Kuwait por Irak en 1990.
Sin embargo, en la Exposición Universal que se ha estado celebrando hasta el pasado 31 de marzo no se apreció rastro alguno del actual conflicto ruso-ucraniano. Salvo en el pabellón de este último país, donde ciertamente se observaba una clara simpatía con su causa. Tan solo en el de Polonia, hubo ligeros síntomas de solidaridad con las víctimas de la invasión. En ningún otro país europeo ni de la UE, incluido el muy decepcionante pabellón español, hubo mención alguna a la brutal invasión rusa.
Se dirá que una Exposición Universal no es el sitio adecuado para expresar la indignación o protesta por un acto tan contrarío al derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas como es la invasión rusa de Ucrania, pero no más adecuados parecen un campeonato de fútbol o un certamen musical como el de Eurovisión.
Por el contrario, en mi opinión, una Exposición Universal es un acontecimiento lúdico y turístico donde se concentran miles de personas de todas las nacionalidades y, donde las naciones pacíficas pueden y deben expresar su más cívico rechazo a acciones tan ilegítimas y brutales como la llevada a cabo por la Rusia de Putin, poniendo en riesgo la paz mundial.
Cuando un país acude a una Exposición Universal, no solo muestra su economía, industria, geografía o historia, sino también, y sobre todo, sus creencias, principios y valores, que son sus principales señas de identidad.
Resulta decepcionante pues la insensibilidad europea puesta de manifiesto en la Expo de Dubái. En mi opinión, la UE tendría que haber adoptado una posición común de claro y contundente rechazo a la invasión rusa. Sin embargo, se ha dejado pasar una excepcional oportunidad para poner en evidencia a la Rusia de Putin y a sus crímenes frente al mundo civilizado.
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