Medio Ambiente

Adiós al Diesel

La vicepresidenta para la transición ecológica, Teresa Ribera, declaró hace un par de años en el Congreso de los Diputados que «los coches diésel tienen los días contados». En aquel momento se le echó encima toda la industria automovilística y buena parte de la opinión pública, pues no en vano los vehículos movidos por gasóleo son los más numerosos en nuestro parque de automoción (13,3 millones de turismos frente a 10,1 de gasolina). Es cierto que no todos los diésel contaminan igual, y que muchos de los actuales modelos ecológicos o híbridos tienen unos rendimientos excelentes con unos niveles de emisiones mínimos. Pero la realidad es que los diésel están llamados a morir, ya no sólo por la polución que generan sino también por el precio, cada día más elevado como consecuencia de la crisis en el mercado del gas y el encarecimiento del petróleo por la guerra de Ucrania.

Yendo por partes, tenemos de una lado que el gasoil, un hidrocarburo líquido que se obtiene de la destilación del petróleo a altas temperaturas, se compone de oxígeno, carbono e hidrógeno, elementos que en su procesamiento emiten numerosos gases y partículas perjudiciales para el medio ambiente, tales como dióxido de carbono (CO2), dióxido de azufre (SO2), óxido de nitrógeno (NOX), hollín y partículas PM10 y PM 2,5. Si el CO2 es responsable del calentamiento global, los otros gases y sustancias atentan directamente contra la salud de las personas, de manera que respirar gasóleo por un periodo prolongado puede dañar los riñones, aumentar la presión arterial o reducir la capacidad de coagulación de la sangre, entre otros muchos problemas.

En segundo lugar está el precio. Millones de personas compraron coches de motor diésel por ser más barato en consumo que los de gasolina. Eso ha cambiado ahora de manera visible, debido a que la crisis en el mercado del gas y el encarecimiento del petróleo hacen que suba a su vez el precio del refino. La producción de gasoil es más compleja que la de la gasolina: las refinerías que producen diésel emplean gas para generar hidrógeno, extrayendo a partir de éste el sulfuro de petrodiesel. De modo que el coste se encarece no sólo por el precio del crudo, sino también por el del gas natural y por el alza al refinar, lo que lleva a su vez a dificultar la producción de gasóleo, cuya carestía en Europa puede ser una realidad cara al próximo invierno.

La buena noticia es que ya hay empresas especializadas en trasformar autos de gasoil, adaptándolos para que puedan funcionar con biogás, y a partir del próximo año, también con hidrógeno. El único problema es que la legislación sólo permite hoy esta conversión en el caso de los vehículos pesados. Es de suponer que muy pronto será también una solución accesible para los turismos. Esperemos.