Carolina Darias

En este Gobierno están como cabras

La enésima patochada del Gobierno, pasa por eliminar el vino y la cerveza de los menús que cada día comemos millones de españoles en restaurantes de toda suerte y condición

Nuevamente, fue Isabel Díaz Ayuso la que mejor salió al paso de la enésima patochada del Gobierno, que pasa por eliminar el vino y la cerveza de los menús que cada día comemos millones de españoles en restaurantes de toda suerte y condición, además de invitarnos a no fumar en nuestro teóricamente sacrosanto hogar. Esta vez la jaimitada lleva la firma de la ministra de Sanidad, Carolina Darias. La presidenta de Madrid, el personaje de largo con más reflejos de la política nacional, valoró en tiempo récord el enésimo tic autoritario del Ejecutivo con un vaso repleto de blanco en primer plano: «El Gobierno quiere prohibir el vino en las comidas». Para variar, la excusa del Ministerio era falsaria: el vino no sólo es cardiosaludable, porque contiene antioxidantes en cantidades industriales, sino que para más señas lo prescriben todos los médicos solventes del mundo. A lo mejor es que la titular del Ministerio que tiene dos directores generales imputados por malversar, prevaricar y defraudar con las mascarillas se piensa que todos los que nos tomamos una copita de vino en las comidas somos unos borrachuzos. Todo en exceso es malo: tomar compulsivamente algo tan aparentemente sano como una lechuga, beber Coca-Cola como si no hubiera un mañana o ingerir zumo de naranja sin parar, en este último caso porque te puede sobrevenir una diarrea de ésas que tiembla el misterio. Y tampoco es cuestión de pasarse todo el día visitando al señor Roca. El alarmante quid de la cuestión reside en que lo que aparenta ser otra chorrada de esta banda es en realidad una demostración más de lo cachondos que les pone prohibir. Lo de estos franquitos de la vida huele. ¿O acaso hemos olvidado cómo Alberto Garzón le metió una puñalada trapera a ese sector cárnico español que da trabajo a cientos de miles de españoles en una entrevista a un diario inglés? «Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados [sic]», afirmó literalmente el ministro de Consumo en The Guardian. El colmo del gilipollismo llegó minutos después cuando espetó a un boquiabierto periodista británico: «Los hombres no quieren comer menos carne porque ven afectada su masculinidad [requetesic]». ¿Qué carajo tendrá que ver el culo con las témporas? Los comunistas bolivarianos de Podemos y esos socios de ETA que son los sanchistas se pusieron de acuerdo hace dos años para reclamar «los lunes sin carne». Es decir, para que todos los españoles comencemos la semana absteniéndonos de jamar este proteínico alimento. Tonto el último debió pensar el Gobierno aragonés de Javier Lambán al poner encima de la mesa otra ridiculez que se comenta por sí sola. «Comer gusanos como alternativa sostenible», era el leit motiv de la campaña que les debió de costar a los contribuyentes aragoneses un ojo de la cara. Dos frases se me vinieron instantáneamente a la cabeza: «¡qué asco!» y «¡que Lambán se meta los gusanos donde le quepan!». Más barrabasadas: por ejemplo, otra iniciativa de Alberto Garzón en la que instaba a prohibir la publicidad dirigida a niños de dulces, pasteles, helados y zumos. El zasca que le metió Ayuso provocó en los liberales de este país una sensación parecida al orgasmo: «Drogas sí, dulces no». Tal vez lo que habría que hacer es impedir legalmente la presencia en el Gobierno de España de personas que están como cabras, como las maracas de Machín o como una regadera. O quizá bastaría con recordarles la leyenda que escribían en las paredes de París los jóvenes revolucionarios que protagonizaron Mayo del 68: «Prohibido prohibir».