Yolanda Díaz

Peronismo sindical

Los brindis al sol, fruto del romance entre el Ejecutivo personalizado en la responsable de Trabajo y las centrales UGT y CC.OO., no pudieron tener mejor escenario que el del pasado domingo

La todavía embrionaria plataforma electoral de Yolanda Díaz con vocación de recorrer España escuchando acá y acullá parece borrarse por el momento de la gran cita con las urnas el «19-J» en Andalucía, tal vez para no sumar otro descalabro en primera persona, como el ya cosechado en los pasados comicios gallegos donde la actual vicepresidenta fue candidata, o los más recientes celebrados en Castilla y León. Pero la número tres del Gobierno, amparada por los sondeos que sitúan la alta estima en su valoración personal y la condición de referente a la izquierda del PSOE que le otorgó ante los cuatro vientos el propio Pedro Sánchez, no va a renunciar al objetivo principal que no es otro que La Moncloa en las próximas elecciones generales y para ello será buena cualquier oportunidad brindada desde el sillón en el Consejo de Ministros y el altavoz del Ministerio de Trabajo, máxime para alguien que, tal vez no disponga del respaldo orgánico de un partido, pero sí tiene la inestimable ayuda de sus aliados los dos grandes sindicatos «de clase». En esa tesitura Yolanda Díaz no ha dudado un ápice en aprovechar la entente del Ejecutivo con el poder sindical –escenificada el pasado 1 de mayo al más puro estilo peronista con ministros y dirigentes sindicales codo con codo– para anunciar lo que más les gusta a los gobiernos proclives a vender lo más parecido a humo, como es la creación de una «comisión de expertos» –otra más– a propósito en este caso de la «gran reforma» del derecho laboral español o lo que es igual, la sustitución por otra cosa, nada menos que del Estatuto de los Trabajadores.

La ensoñación viene a ignorar hechos tan palmarios como el calvario permanente del grupo que apoya al Gobierno en el Parlamento para sacar adelante decreto tras decreto y olvida que la propia reforma laboral, gran apuesta personal de Díaz estuvo a punto de descarrillar llevándose por delante a la vicepresidenta, de no mediar el torpe dedo de un diputado extremeño. Los brindis al sol, fruto del romance entre el Ejecutivo personalizado en la responsable de Trabajo y las centrales UGT y CC.OO., no pudieron tener mejor escenario que el del pasado domingo, con una significativa frase desde la primera línea de la poco concurrida manifestación de Madrid, «estamos cambiando la faz de este país», toda una constatación de la realidad porque ahora sí se antoja más evidente que nunca el camino hacia un peronismo sindical, claro está, mientras el «chollo» dure.