Opinión

Todo está confuso

Todo está confuso, vago y confuso, como la vida de cada cual. Bueno, algunos libran, pero pocos. Quien más y quien menos ha dormido alguna noche en el sofá. Los Papas y los Popes también están pelín babélicos: mientras el bueno del argentino dice que Orbán, primer ministro húngaro, le ha chivado que Rusia pondrá fin a su invasión el día 9, o sea mañana, el monaguillo de Putin, el ortodoxo Kirill, es negacionista, o sea, niega que Rusia haya invadido Ucrania. Si esto no es inextricable que venga Dios y lo vea, y nunca mejor dicho.

Por otra parte el tal Bolaños y la ministra portavoz aprendieron en Ferraz, temprano en la mañana, una letanía que reza “somos un gobierno que nada tiene que ocultar”. ¡Y venga a repetir! Y los acólitos respondían “ora pro nobis”. Muy cansinas estas comparecencias ante la prensa, y es que por sacar un titular ya no saben qué hacer, y no digamos ya Sánchez que está encantado con la vaina de las escuchas. Se mira y no se cree. De la chupa de ante mal curado color caca a ser espiado. Ni él podía llegar a más ni el espionaje a menos. Esto con el gran Emilio Alonso Manglano, a quien tuve la suerte de conocer en casa de Aline Romanones, no hubiera ocurrido, pero ahora la cosa está dominada por los cien mil asesores de Moncloa, que han sustituido a los intelectuales de frecuentaban la “bodeguilla” de Felipe González. Eran otros tiempos. ¡Quién nos lo iba a decir a quienes ahora los añoramos! Pero analicemos, tenemos como presidente del gobierno a un tipo capaz de traerse al cabecilla del Polisario a curarse el covid a nuestros hospitales y luego regala el Sahara a Mohamed VI. Capaz de permitir aterrizar en Barajas a Delcy Rodríguez y sus convolutos, escoltada por Ábalos, y arrastrarse hasta llegar al lado de Biden para hacerse una foto, como si fuera a hacérsela con Bisbal. Capaz de exhibir unas balas de cetme prehistórico presuntamente recibidas en Moncloa y enviadas por lo que Iglesias llama la ultraderecha -al tiempo que este último también lo denunciaba-, sin olvidar la navaja trapera que mostraba entre orgullosa y temerosa la ministra Reyes Maroto. Ahora el simplón del ministro de la presidencia habla, con gesto grave, de escuchas a su jefe sin que a ninguno del equipo le importe dejar a los servicios de inteligencia españoles a la altura del betún para que Sánchez siga manteniendo el falcon y el chófer. Dicen que en su teléfono, en el de Sánchez, no encontraron más que selfies: se cree bello. Esto, ya digo, Alonso Manglano no lo hubiera consentido. Pero los tiempos cambian y ahora es Mary Paz Esteban, que da sensación de seriedad, quien asegura que contaba con autorización judicial para realizar las escuchas sin aclarar si usó Pegasus para investigar –con todo derecho-, a gentes que son una amenaza para el Estado. Lo peor y más triste de todo esto es que Sánchez tiene sentado al secesionismo antiespañol en la comisión de secretos oficiales, lo cual es un puro disparate. Pero, en fin, la vida es así, no la he inventado yo, como dice la canción.

CODA. La presidenta de Madrid ha soltado una de esas frases gloriosas que provoca la sonrisa de sus fans. Dice la muy picarona “Ojalá todos los ciudadanos de Madrid pudieran vivir como Mónica García (Mas Madrid): trabajar menos y cobrar por dos”. Un genio, la tía.