Partido Popular

Los pelotas de los chats buscan su momento

La revolución en el equipo llegará con las listas para las generales

El PP ha conseguido lo que no logró el PSOE, superar una crisis interna del más alto nivel en cuestión de semanas y sin que perjudique a sus perspectivas electorales, más bien al contrario. Los caídos han empezado a difundir que se sienten víctimas de un «golpe de Estado» dentro de su propio partido, en el que todo estaba diseñado con anterioridad y, por supuesto, con participación externa, apuntando incluso contra algunos medios. Esta teoría de la conspiración no quita para que admitan que el sucesor está en condiciones de ganar las próximas generales, pero lo que resulta todavía más sorprendente es que no descartan que, a futuro, puedan llegar a protagonizar otra candidatura a un congreso del PP.

La herencia que dejan dice mucho del factor humano, que en política funciona como en el resto de organizaciones humanas, con demasiadas deficiencias en la coherencia con los principios que se defienden en público. En la etapa anterior se habilitaron varios chats internos, el del partido, el del Congreso, el del Senado..., todos ellos bajo control de la dirección nacional. En el del Senado, aquellos que antes aprovechaban las conversaciones para vitorear al anterior «jefe» guardan ahora silencio, contienen su efusividad del pasado y esperan, prudentemente, que el tiempo les permita resituarse sin caer en contradicciones demasiado sonoras. Solo unos pocos callaron, sin rendir pleitesía, y hoy, esta vez sí en coherencia con su actitud anterior, han recuperado con mucha discreción el habla. Del grupo de chat todavía no se ha borrado el «sheriff» de la era de Pablo Casado, por lo que está ante una oportunidad para comprobar que, poco a poco, los mismos que les adoraban van rectificándose para situarse donde ahora creen que deben estar para dar aire a su carrera política.

Puede que, de momento, les venga bien que los que han llegado a Génova no quieran discusiones sobre el equipo que hagan perder eficacia en el objetivo de La Moncloa. Pero la revolución en el equipo llegará con las listas para las generales, y para entonces es posible que de poco valgan los esfuerzos para recolocarse a los que hacían correr ríos de emoticonos a favor de Pablo y de Teo y que ahoga buscan la manera de ser igual de generosos en el elogio con los que acaban de llegar. Pero, a poder ser, sin que les tachen de pelotas y chaqueteros.