Guerra en Ucrania

Una guerra larga, muy larga

Putin la define como un ataque preventivo ante la expansión de la OTAN y «la degradación moral» de Occidente. Esta propaganda es muy grata para el pueblo ruso

La firme determinación rusa contra Ucrania se constató este lunes con la tradicional celebración del Día de la Victoria frente a la Alemania nazi. Las democracias occidentales creemos que Putin no tenía nada que celebrar y que todo le está saliendo desastrosamente mal. Lo siento, pero no es mi percepción. Estamos analizando la situación desde nuestra mentalidad y buscamos paralelismos con la derrota de la Unión Soviética en Afganistán, donde, por cierto, también fue humillada la coalición liderada por Estados Unidos hace pocos meses. Los occidentales vivimos encerrados en nuestra confortable burbuja de democracia y prosperidad, aunque ahora inquietos por los efectos de la crisis económica, pero tan arrogantes y soberbios como es habitual. En numerosas ocasiones he expresado que me gustaría que Ucrania se alzara con la victoria, pero en mis artículos no busco satisfacer mis gustos sino analizar los acontecimientos. Es difícil pensar que Putin no tuviera prevista la opción de una guerra larga, así como las consiguientes sanciones de la UE y EE UU. A estas alturas creo que resulta evidente que no le preocupa ni lo uno ni lo otro, pero, además, no está solo, ya que cuenta con el apoyo de países que representan más de la mitad de la población mundial. La debilidad del ejército ruso, la muerte de generales y decenas de miles de bajas me suenan más a propaganda que a una realidad.

A Putin le hubiera gustado una victoria rápida, la caída del gobierno Zelenski y su sustitución por uno títere. Se ha insistido en que los rusos combaten con material defectuoso como consecuencia de la corrupción del sistema, que son reservistas inexpertos y que ha sido engañado por sus generales. Es difícil de creer conociendo el aparato militar y de inteligencia de una de las grandes potencias mundiales. Esta es una guerra muy cómoda para Estados Unidos y la OTAN, porque participa entregando armamento que sirve para financiar su poderosa industria militar y, a la vez, se produce una importante transferencia de rentas en favor de Washington. La guerra será larga. Putin la define como un ataque preventivo ante la expansión de la OTAN y «la degradación moral» de Occidente. Esta propaganda es muy grata para el pueblo ruso, aunque no seamos conscientes de ello.