Política

Los mangantes sois vosotros, Pedro

El presidente ha pulverizado la cortesía parlamentaria en las dos últimas sesiones de control

La Real Academia zanja la definición de «mangante» en cuatro palabras: «Que manga o roba». Ningún presidente del Gobierno ha osado vomitar éste u otro término similar contra un miembro de la oposición. Ni el Adolfo Suárez del 23-F: lo normal, era un gentleman. Ni ese ser superior intelectualmente que era Calvo-Sotelo, cuyas formas podríamos catalogar de versallescas. Ni el Felipe crecidito de los 202 diputados ni el Felipe acorralado de los GAL, los fondos reservados y las escuchas del Cesid. Ni el Aznar triturado por medios y PSOE tras ese 11-M que constituyó un golpe de Estado perpetrado por Al Qaeda, sola o en compañía de otros. Tampoco Zapatero que, por muy iluminado que sea, que lo es, jamás suelta una mala palabra porque es exquisito en las formas. Menos aún un Rajoy al que por mucho que le pegasen mañana, tarde y noche, con razón o sin ella, jamás perdió la compostura. Hasta que llegó Pedro Sánchez, que se debe creer la reencarnación de Napoleón o que tiene licencia para matar dialécticamente a quien le venga en gana. El presidente ha pulverizado la cortesía parlamentaria en las dos últimas sesiones de control al llamar «mangante» al Partido Popular como si fuera un vulgar macarra de barrio bajo. «Hoy los mangantes», desafió hace 10 días a los de Feijóo, «no están en el Gobierno como sí ocurría con el PP». Este miércoles se defendió de las educadísimas críticas de la bancada de enfrente repitiendo el palabro. Todo con tal de no explicar en la sede de la soberanía nacional los por otra parte necesarios pinchazos a los golpistas catalanes, la cortina de humo esparcida con los ataques de Pegasus sufridos por él mismo y varios de sus ministros, una verdad a medias más por cuanto, tal y como ha demostrado documentalmente Okdiario, se enteró de ellos prácticamente en tiempo real, no ahora. Un discípulo aventajado de Goebbels: «Cuando no puedas negar una noticia, invéntate otras para distraerla». El histerismo es sinónimo de debilidad. Sánchez sabe que entrar en el cuerpo a cuerpo en el caso Pegasus es una batalla perdida de antemano por razones obvias: tiene en contra la realidad de los hechos, sus patrañas y a los medios. Por eso sale en tromba a desviar la atención insultando a gente sin tacha como Cuca Gamarra. Convendría recordar a este truhán que ni un solo miembro del Gobierno Rajoy ha sido procesado. Y es menester echarle en cara varias cositas. La primera es que el PSOE fue el primer partido condenado en democracia por financiación ilegal. ¿Qué carajo, si no, fue el caso Filesa acreditado en sentencia firme? Suma y sigue: la formación que dirige Sánchez protagonizó el mayor latrocinio de fondos públicos de la Europa contemporánea, los ERE. El importe del botín lo dice todo: 680 millones y no de pesetas sino de euros. Dos ex presidentes de la Junta de Andalucía y luego ministros, Chaves y Griñán, fueron condenados, el primero por prevaricación, el segundo por este delito y malversación. También hubo sanción penal por tomar resoluciones injustas a sabiendas a los ex consejeros Zarrías y Magdalena Álvarez. Hay que recordar que otros altos cargos socialistas andaluces emplearon dinero destinado a paliar las penurias de los parados para irse de putas y comprar coca. Sánchez tampoco está personalmente para dar lecciones de ética a nadie: su Gobierno ha dado 960.000 euros en ayudas a la empresa de sus papás, Playbol, de la misma manera que Nadia Calviño hace lo propio con su maridito. En fin, querido presidente, que calladito estás más guapo aún.