Economía

Termina la fiesta del gasto

El nivel de endeudamiento ha llegado a tales extremos, que sus muchos dígitos no caben en este breve artículo

Sería injusto hablar de la «fiesta del gasto» en referencia al mucho dinero público dedicado durante meses a buscar solución a las consecuencias de la pandemia. Era necesario y se hizo. Pero sería igual de injusto evitar esa expresión, u otras similares, al referirse a la apasionada tendencia al abuso del dinero de los contribuyentes que muestran algunos responsables públicos, en distintas administraciones. No siempre se cuida con el respeto debido, en una actitud derivada de ese erróneo concepto, extendido entre determinados gobernantes manirrotos, de que «el dinero público no es de nadie». Muy al contrario, es de todos.

El nivel de endeudamiento ha llegado a tales extremos, que sus muchos dígitos no caben en este breve artículo, y lo seguirán sufriendo nuestros nietos. Pero ahora, Bruselas ya ha advertido seriamente al Gobierno español, en el intento de que no lo lleguen a sufrir también nuestros bisnietos. El frenazo no tiene que ser inmediato, y esa es la mejor noticia para el presidente Pedro Sánchez, que ve cómo podrá llegar -si así lo desea- hasta las elecciones de finales de 2023 sin haber tenido que acometer los engorrosos recortes que tienden a tumbar gobiernos. La guerra de Ucrania hace que se amplíe el margen, de manera que esos ajustes le corresponderán a quien consiga gobernar después de esa votación. Vayan preparándose.

Pero las autoridades europeas dejan claro desde este mismo momento que aplazar las medidas duras no es el salvoconducto para «un gasto sin límites». La duda es si esa idea, que cualquier ciudadano responsable entiende bien cuando se trata de su economía familiar, será atendida con esa misma responsabilidad por quienes, tanto en ayuntamientos como en comunidades autónomas y en el gobierno central se enfrentarán a las urnas en este ciclo electoral que se ya se inició en Castilla y León, que continúa en Andalucía y que nos llevará después hacia el conjunto de las autonómicas, las municipales y, finalmente, las generales. ¿Quién de aquellos que se juegan su cargo ante los electores será capaz de resistir la tentación de hacer «regalos» a los votantes con el dinero de todos?