Política

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Es un patético escándalo ver que tantas personas –famosas, o no–, están huyendo despavoridas de España. Aunque todavía más ignominioso resulta constatar que las que no se van es porque no pueden

Un rey emérito residente en Abu Dabi, un expresidente de gobierno nacionalizado dominicano, un expresidente de comunidad autónoma, que igual. Los futbolistas estrella no quieren venir a jugar a España, de donde salen trotando campeones como Ronaldo, y tantos otros, tras pagar fortunas, pero quedar como delincuentes ante el fisco español. Shakira no regresará a España ni para sobrevolar el espacio aéreo. Muchos artistas y músicos españoles, tiempo ha, recogen su dinero, legítimamente ganado, y se largan como está cantado (en su caso)… Pero si un migrante viola, roba o mata, nuestra beatífica Administración le enseña cómo eliminar sus antecedentes penales para obtener la ciudadanía española (que pronto valdrá menos que la deuda pública); mientras que si un insolidario ciudadano (de ocho apellidos españolitos) se atreve a ganar dinero, el día menos pensado puede aparecer en la lista de la vergüenza de morosos de Hacienda (contra todo principio constitucional, y vulnerando la ley de protección de datos). Para nuestras fascinantes autoridades, violar, robar y matar son descuidos de inmigrantes comparados con el gravísimo crimen españolazo de defraudar las comidas «de trabajo». La igualdad ante la ley «ha ausentado su presencia», como diría doña Yolanda; la legítima defensa, asimismo. Xavi Alonso no finiquita sus contenciosos con Hacienda. Se odia y persigue al productivo, se adora el pobrismo. Ucrania tampoco puede ante el poder destructor de un Putin que no dejará crecer la hierba por los siglos a su paso… ¿Extraña, pues, que los menesterosos curritos patrios sueñen con largarse también? Mientras «los que pagan» en España hacen cola en los aeropuertos para abandonar el país, «los que cobran» hacen cola para entrar, recibidos con entusiasmo por quienes les otorgan privilegios (élites extractivas satisfechas, que tampoco pagan nada, y que fomentan este delirio desde hace décadas). Pero, cuantos menos paguen, y más cobren, más arduas serán las cuentas de «estepaís». En fin, que es un patético escándalo ver que tantas personas –famosas, o no–, están huyendo despavoridas de España. Aunque todavía más ignominioso resulta constatar que las que no se van es porque no pueden.