Guerra en Ucrania

Efectos económicos de la invasión rusa de Ucrania

El previsible incremento del gasto en defensa será necesario ya que la Rusia de Putin ha demostrado ser un país poco confiable para la seguridad de las democracias occidentales

La brutal invasión rusa de Ucrania, como toda guerra, es una frustración del derecho: una crisis política; una cuestión militar; una tragedia humana y, también, un enorme problema económico. Posiblemente todo a la vez.

La trascendencia económica de la invasión rusa de Ucrania no deviene del potencial económico de Rusia ni de Ucrania, porque ninguno de esos países posee un tamaño económicamente desequilibrante. Rusia es la undécima economía mundial, muy lejos de EEUU, UE o China, que son las más importantes. Por su parte, Ucrania es la número 56 con un PIB que solo supone la décima parte del ruso. Ucrania y Rusia juntos no alcanzan el 2% del PIB mundial. El PIB per cápita de Rusia es tan solo un tercio del español, el ucraniano es aún menor. Dos economías de esos tamaños no deberían generar considerables problemas económicos a nivel mundial.

Sin embargo, Rusia es uno de los mayores productores y con considerables reservas de gas y petróleo, y, exporta a la UE suficiente cantidad como para que ésta dependa del gas ruso. Ucrania, el granero de Europa, es uno de los mayores productores de cereales del mundo, además de semillas, fertilizantes y productos fitosanitarios. Rusia y Ucrania exportan cereales a muchos países en desarrollo, fundamentalmente africanos, cuya reducción o encarecimiento puede provocar gravísimos problemas alimentarios. En estas circunstancias, la guerra desencadenada por Rusia está generando unos efectos económicos mundiales cuyo resultado final aún está por determinar.

A finales de 2021 la economía mundial transitaba por la senda de la recuperación poscovid, después de un 2020 que supuso una enorme recesión mundial de la que se estaba recuperando lenta pero decididamente. La invasión rusa de Ucrania crea un nuevo escenario cuyos efectos finales dependerán de la duración e intensidad de la guerra, así como de sus efectos secundarios. Por tanto, al día de hoy están sujetos a una considerable incertidumbre. No obstante, se pueden avanzar algunas derivadas económicas del actual conflicto bélico, aunque sometidas a enorme cautela:

  • Los efectos económicos serán en tres canales: financiero, economía real y desconfianza.
  • Encarecimiento de las materias primas, energéticas y no energéticas, consecuencia de su escasez, derivada de la disminución de producción y de las dificultades de distribución.
  • Inflación galopante producida por el aumento de los precios señalados anteriormente, e incrementados por los cuellos de botella en las cadenas de suministro de componentes industriales, que ya se venía padeciendo.
  • Pérdida de los márgenes de beneficios de las empresas, que no trasladan o no pueden trasladar sus incrementos de costes a los precios finales, así como una disminución de poder adquisitivo de las personas físicas consecuencia de la inflación.
  • Menor actividad económica, consecuencia de la menor demanda privada e inversión empresarial.
  • Incremento del desempleo derivado de esa disminución de la actividad económica, aunque en España no será evidente hasta después del verano al terminar la temporada turística.
  • Posible empobrecimiento generalizado consecuencia de la inflación y pérdida de poder adquisitivo de las personas y de los beneficios empresariales.
  • Pérdida de ingresos tributarios derivados de la menor renta disponible de personas y empresas.
  • Incremento del gasto público en ayudas a personas en riesgo de exclusión y gastos en desempleo, así como de las ayudas militares y humanitarias a Ucrania.
  • Incremento del interés del dinero para luchar contra la inflación, aunque la actual no es una inflación de demanda, sino de incrementos de precios de materias primas.
  • Volatilidad de los mercados financieros consecuencia de la incertidumbre económica.
  • Incremento del déficit público que se verá afectado por el previsible aumento del gasto público.
  • Incremento del gasto de la deuda pública producida por la subida de tipos anunciada por el BCE.
  • Enorme incertidumbre derivada de la posible severidad y duración de la guerra, de manera que la situación podrá agravarse hasta límites extremadamente peligrosos, cuyos efectos no se pueden calcular al día de hoy.

El anterior cuadro macroeconómico corre el riesgo de recrudecerse si la espiral de precios no se corta y se impide que la inflación alcance límites que pongan en riesgo la estabilidad y crecimiento económico, necesarios para seguir avanzando en la recuperación poscovid, que en el mejor de los escenarios se verá retrasada, al menos, hasta el año 2024.

En todo caso, la reconstrucción de Ucrania, cualquiera que sea el resultado de la invasión rusa, tendrá un elevado coste directo e indirecto para la UE. El previsible incremento del gasto en defensa será necesario ya que la Rusia de Putin ha demostrado ser un país poco confiable para la seguridad de las democracias occidentales, quienes tendrán que soportar igualmente los daños colaterales de sus sanciones a Rusia. Habrá que añadir el coste de la sustitución de las materias primas importadas de dicho país y el derivado de la necesidad de incrementar la autosuficiencia energética de la comunidad internacional libre. Todo apunta a peor, pero se desconoce cuánto. Las imprudencias políticas suelen traducirse en desastres económicos.

Tomás Torres Peral. Comandante de Caballería. De la Academia de las Ciencias y Artes Militares