Política
Derechazo
Han conseguido que lo contrario de la izquierda no sea la derecha sino el sentido común
Dentro de nada será un delito de odio escribir mal sobre la izquierda política porque a este paso quedará reducida a una minoría a la que Netflix dedicará una serie. Yolanda Díaz en el papel de un Rupaul comunista, travistiéndose de obrera de las de antes, las que iban a las fábricas. Ya no hay fábricas, Yolanda, por lo tanto, las obreras no pueden oír su llamada a parar a Franco en Andalucía, que fue muy pronto tierra rebelde. Se empieza a mitinear sobre el regreso del dictador y el ecofeminismo y se acaba cosechando fracasos hasta en los pueblos de jornaleros porque a los del campo les suena a marca de insecticida caro y a los de ciudad, un centro de energías alternativas.
De tanto mirarse el ombligo, de tanto creerse moralmente superior, la izquierda ha perdido la perspectiva, de manera que está en el punto de fuga, en ese momento en que el ángulo muerto no nos deja ver con nitidez quién nos adelanta en la carretera. Mucho despedir a los cerdos con besos y cánticos, mucho mendigar para no comer carne y para no beber vino que en las ferias se hacían de cruces antes de caer sobre el albero. No es Andalucía la comunidad en la que más se come y en la que más se bebe, pero comer y beber forma parte de la religión de vivir. En toda España. Espadas no se ha emborrachado en su vida; Alberto Garzón coge una caña de cerveza en público con vergüenza, lo que se dice cogérsela con papel de fumar, y ellas ni comen ni beben delante del pueblo, y eso significa que están muy saciadas o siguen un régimen.
Si le hablan a la nada, el eco solo puede devolverles lo mismo, la izquierda es la NASA mandando mensajes a los extraterrestres. Carmen Calvo, diciendo: «La gente no hereda, solo heredáis los ricos». Carmen, la de los dos pisos, que se sepa, y más de 100.000 euros en el banco. Irene, la del chalé. La izquierda que riñe a los niños en el colegio, pero no por suspender. Han conseguido que lo contrario de la izquierda no sea la derecha sino el sentido común. De ahí el derechazo.
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