OTAN
Cumbre borrascosa
No miento si digo que el mejor momento de la semana es el de sentarme delante del teclado y recapitular sobre la vida del país a lo largo de los últimos siete días. Sé de gente que vive de espaldas a la actualidad con el argumento de que la vida política es un asco, lo cual no deja de ser cierto, pero muchos somos incapaces de sustraernos a ella y de comentarla. Quizá es que no servimos para mucho más, y también soy capaz de afirmar que, por muchas vueltas que diera mi vida, quiero decir que si pudiera vivir sin trabajar, esto no lo dejaría. Tampoco compraría el periódico, porque actualmente es un negocio ruinoso, pero sí pagaría una página para que no me pusieran límites a las líneas ni a las palabras por falta de espacio.
Dicho lo dicho, vamos allá. Es cierto que la Cumbre de la OTAN ha sido un éxito de organización y de ejecución, en cuyas reuniones, tanto de trabajo como de ocio, se generaron, más bien se produjeron una serie de energías muy positivas que derivaron en amistades y hasta en toqueteos. Véase si no la mano larga de Biden abarcando la cintura de Begoña Gómez y hasta haciendo manitas por lo bajini: se nos ha revelado como un viejo verde. El ministro Albares, un nuevo cagapoquito en el plantel político, se vino arriba y ha reiterado en varias ocasiones que ésta ha sido una cumbre histórica porque en ella se va a aprobar el “Concepto Estratégico” que regirá la vida de los países aliados durante la próxima década. Y ya dentro de ese paroxismo en el que se vio sumido, la compara con la caída del muro de Berlín o con la cumbre de Yalta. En este punto me fui a comprar unos zapatos para tranquilizar mi agitación al no poder aguantar las alucinaciones del pequeño funcionario de Exteriores. Quizá anda un poco trastornado entre las paredes del Palacio de Santa Cruz, con tanto tapiz y tantas portadas, dinteles y alféizares de ladrillo visto y granito, a lo que no está acostumbrado. O quizá quiere dar un brochazo de pintura negra sobre lo borrascoso que antecede a esta cumbre, y me estoy refiriendo a la atrocidad que ha ocurrido en Melilla, con tanto subsahariano muerto; con la sombra que rodea el asunto Indra y la dimisión irrevocable del director del INE después de que el gobierno cuestionase los datos del IPC y del PIB. Ahora también suenan campanas de recesión con la subida de tipos y los precios desbocados atenazando nuestra economía en los mayores niveles desde hacía bastante tiempo. No quiero imaginar que en el gobierno estuviera el PP. Se hubiera cancelado la Cumbre con semejante borrasca planeando sobre las cabezas de todos. Pero la cosa es como es, y aquí solo se ven las sonrisas, los abrazos y los parabienes, pese a la bandera invertida que con vergüenza tuvimos que soportar –por segunda vez-, quienes la amamos y la respetamos. Muchos dan por hecho que a Sánchez le quedan ya pocos telediarios y que se está labrando su futuro por ahí adelante porque no piensa enfrentarse a una nueva contienda electoral. Pues que se vaya bien lejos con su capacidad ilimitada para mentir y para contradecirse, como Putin, por algo no son más que tiranos. Aunque Putin tiene más categoría que este patán.
CODA. Una investigadora de las más innovadoras del momento sitúa nuestro cerebro en las tripas. ¡Pues vaya novedad! Siempre lo supe y no tengo nada de científica. Eso se nota, se siente por ejemplo con las sensaciones que produce la pasión amorosa, la que experimentábamos cuando recibíamos afecto, ternura, cariño auténtico…
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