Nueva York

La clase

Pero esto que se ha marcado la señora ministra es justamente lo opuesto a lo que nos vendieron como objetivo: luchar contra esa casta paniaguada que se pega la vida padre

Cada día que pasa tengo más conciencia de clase. Pero al contrario. Me cae mal la gente bien. Lo siento. Sobre todo me cae muy mal la gente que se hace pasar por clase baja, media baja, y se muere por vivir como un riquito. Lo que ha hecho Irene Montero es de un hortera sideral. Irte con unas colegas a pasártelo teta es maravilloso. Si lo haces con tu dinerito, con tus ahorros, con lo que te queda de tu sueldo del mes, es de coronarte. Este viaje de amigas se puede hacer, es necesario, es enriquecedor, saludable. Todo eso, pero también, esto es una desvergüenza que no se comprende. Bueno, se puede comprender si es que ya estás absolutamente fuera de la línea y consideras que tu ministerio, necesario, cada vez más imprescindible, se puede usar para pasarte unos días con las amigas haciendo el turista. Ojo, que yo no digo que sus encuentros, sus entrevistas, sus conversaciones con los supuestos líderes en derechos de las minorías no sean absolutamente necesarias, pero ir como han ido estas mujeres, con ese papo tan gordo, con esas ganas de fardar, con esa poquísima vergüenza, me provoca un pudor de clase extremo. Para ir a lo que era, se puede ir solita la ministra en un avión de línea regular. Si es en primera clase vamos a darlo por bueno, pero si va en turista yo ya le hago la ola. Te vas a Nueva York, te alojas en un hotelito mono, te dedicas a tus ocupaciones y te vuelves sin fotos ni mierdas adolescenticas. Pero esto que se ha marcado la señora ministra es justamente lo opuesto a lo que nos vendieron como objetivo: luchar contra esa casta paniaguada que se pega la vida padre, maquillando sus privilegios bajo la costra de una superioridad moral. Nada me puede provocar más bochorno que los míos haciendo el ridículo. No os habéis enterado de nada, de nada. Sois unos paletos haciéndoos pasar por paletos. Dejadnos a los pobres gestionar nuestra dignidad, que no es la vuestra, porque ni venís de donde venimos, ni sabéis de verdad darle a la pobreza, a esa clase media sufrida, que ya no puede más, un sitio en condiciones.