Economía

Dinero sin gastar, ni entender

Hasta el último euro del gasto público es dinero privado de los ciudadanos, que son forzados a entregarlo al poder

Una de las joyas de la última campaña electoral en Andalucía fue un mitin de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que incluía una frase que pude conocer porque Diego Sánchez de la Cruz la difundió en twitter. Despotricó la ministra contra el PP con este argumento: «Y presumieron de tener superávit, que, para el que no lo entienda, es lo mismo que haberse quedado con dinero sin gastar para los ciudadanos».

Para el que no lo entienda, un superávit fiscal significa que en el ejercicio correspondiente los ingresos públicos superaron a los gastos. No es en sí mismo inevitablemente una virtud, y de hecho puede ser un vicio, si se ha producido, por ejemplo, merced a una subida de impuestos y no a una reducción de los gastos.

Para el que no lo entienda, un superávit no significa quedarse con el dinero de la gente. Eso es, exactamente, la presión fiscal, sobre la que jamás hemos escuchado condena alguna ni propuesta de reducción por parte de doña María Jesús. Podría algún día dedicar unos minutos a charlar con cualquier señora contribuyente, que sabría explicarle muy bien que son las autoridades quienes se quedan con el dinero del pueblo. Eso se llama recaudación.

Para el que no lo entienda, el hecho de que parte del dinero de los ciudadanos que les arrebata el fisco no se gaste no constituye necesariamente un vicio. Por ejemplo, puede dedicarse a bajar los impuestos que paga el pueblo, o a disminuir la deuda pública, que también son impuestos, diferidos en el tiempo.

Para el que no lo entienda, gastar el dinero público «para los ciudadanos» no es siempre algo bueno. Por un lado, es evidente que tal es su objetivo. ¿Para qué recaudan dinero las Administraciones Públicas? ¿Acaso para gastar en otros objetivos que no sean los ciudadanos? Pero, por otro lado, la retórica de la señora ministra sugiere que el gasto es impecable, porque es «para los ciudadanos», cuando la clave del asunto es que es «de los ciudadanos». Hasta el último euro del gasto público es dinero privado de los ciudadanos, que son forzados a entregarlo al poder. Si doña María Jesús Montero cree que aumentar dicho gasto es bueno, entonces lo que recomienda es quebrantar el derecho de las trabajadoras a conservar su salario.