Disney

¿Pero hubo algunas vez 11.000 vírgenes ?

Campanilla ha cambiado de bando, y eso duele. Nunca los clásicos, los referentes que dan sentido a la vida, estuvieron más prostituidos

El terrible porcentaje de la cuota ha llegado, cómo no, a Disney, de manera que en sus películas había un flow de ratones y de ogros machistas, un mundo tocado por la purpurina de Campanilla, y ahora entran en lo que manda lo políticamente correcto. Que Disney haya sucumbido de forma tan pasional al nuevo orden ideológico que mueve las mareas de nuestros días supone que la guerra cultural se ha perdido. Nadie quiso plantear batalla. Desde este lado henos dejado que las grandes compañías compren lo que vende. Las maricas de Arévalo hoy se abonarían a un canal en el que tantos personajes los representan. El «mainstring» es lo que manda. Disney y Netflix han entrado en nuestras vidas no solo para acercarnos al caos que supone pasearse por su parrilla: es tanta la oferta que pensamos que sería el sueño húmedo de cualquier humano ante una multipantalla y, sin embargo, se ha convertido en la pesadilla de una noche de verano, Quién nos iba a decir que el exceso sería el pecado capital del mando a distancia.

Disney era un catálogo de princesas y ahora es uno de reinonas que cogen hora para la peluquería. Cuando el género fluido y lo políticamente correcto se superponen a todo lo anterior nos da el mensaje gatopardiano final: el mundo ha cambiado para seguir igual. Nos creemos modernos y somos la sombra de una herida. Lo nuevo es tan cursi como lo que había, solo que las sirenas marinas deben ser transgénero (que ya lo eran)

Entonces, ¿hubo alguna vez 11.000 vírgenes? ¿Hay tantos gays y personas que se sientan cercanas a las siglas LGTBI etc. como para que obligue a una compañía como Dsiney a diversificar su catálogo de tal manera que los siete enanitos serán otras tantas «drags queen»? Nunca me fie de los príncipes que despertaban a las princesas. Eran en demasía suavones y castos. Pero que de ahí pasen a formar parte del batallón de los cansinos me resulta aburrido y, diré más, intolerable. Estuve el día que murió la madre de Bamby, que era la madre de todos los niños del mundo. Aquellos niños de entonces hoy tenemos problemas de próstata, por eso hacen con nosotros lo que les sale del empeine. Campanilla ha cambiado de bando, y eso duele. Nunca los clásicos, los referentes que dan sentido a la vida, estuvieron más prostituidos. Menos mal que la prostitución va a prohibirse. No hay salida. Sin querer he vuelto a beber, pero no me digan que no hay motivo.