Sucesos

Eutanasia de un malvado

Sería mejor mirarle a los ojos, leerle la condena para acceder, acto seguido, a su deseo de morir con un preparado de sustancias químicas

El fin de una condena debe de ser la «rehabilitación» del preso. Vale, es una buena frase y un maravilloso deseo, de ser verdad. Pero nos agarramos a las mentiras a sabiendas para no parecer a nuestros ojos peores alimañas que a las que se juzgan. ¿Y por qué no? Hay veces que se duerme mejor si se ha actuado como el clásico Clint Eastwood. La Justicia de verdad nos ahorraría algunos orfidales. Hoy protesto, Señoría, por no dar a las víctimas el consuelo que aguardaban en el juicio del «pistolero de Tarragona», un señor que dispara a sus compañeros de una empresa de seguridad y luego a agentes de los Mossos mientras se atrincheraba en una masía abandonada. El tal pistolero mantiene que fueron los Mossos los que le provocaron una tetraplejia por la que se le ha concedido el «derecho» al bien morir de manera rápida e indolora.

Si el delincuente no hubiera disparado, si no hubiera huido por difíciles caminos, hoy no sería tetrapléjico, al menos no lo sería por esta causa, por lo que no necesitaría del permiso para acabar con una vida de tremendo sufrimiento. Podría la Justicia, al menos, acelerar el procedimiento para que las partes se personaran y se dijeran las cosas que ahora tendrán que esperar a ser pronunciadas cuando algunos de ellos se encuentren con los demonios.

A las víctimas se les aparecerá el tetrapléjico delincuente, como en las películas de terror, para que paguen por lo que le hicieron. Así nacen las leyendas de los malvados que acaban siendo protagonistas de películas de doce entregas. ¿Al de «La matanza de Texas» se le hubiera concedido la eutanasia–pregunto– teniendo en cuenta el profundo dolor que le provocaba matar con una máscara de cerdo? El verdugo se va y, encima, los disparaditos han de pronunciar una última oración. Sería mejor mirarle a los ojos, leerle la condena para acceder, acto seguido, a su deseo de morir con un preparado de sustancias químicas. Váyase al infierno o váyase con Dios, le hubieran dicho. Y fuese.