Opinión
Las nuevas masculinidades del Gobierno
La ministra de Igualdad, en la práctica actuando como titular del «ministerio de la ideología de género» anuncia una campaña pública a partir de septiembre, sobre «las nuevas masculinidades», así como sobre el papel de los hombres en el feminismo. Resulta de gran interés saber que en un mes vamos a aprender algo tan trascendente como las nuevas masculinidades, de las que Irene Montero va a ser algo así como la profetisa, se supone que para toda la humanidad, por cuanto es razonable pensar que esas novedosas masculinidades serán comunes a todo el género humano de sexo masculino, y no privativas de España, con masculinidades nacionales, y quizás hasta autonómicas o regionales. En sus declaraciones, la ministra, exultante por el éxito de su ley del «solo sí es sí» aprobada con el presidente negacionista autor del «no es no, señor Rajoy, ¿qué parte del No, no ha entendido?» además de esa noticia de impacto mundial, expresó su convicción de que a finales de año estarán aprobados los proyectos de ley para reformar las vigentes ley del aborto y ley «trans».
Es llamativo que para la reforma de la ley de salud sexual y reproductiva que hoy aprueba el Consejo de ministros, diga que pedirá su tramitación por la vía de urgencia ya que «es urgente poder decidir sobre tu propio cuerpo porque si no no puedes decidir sobre tu proyecto de vida». Lo llamativo se deriva de considerar cómo han podido durante tantos siglos definir tantos millones de mujeres sobre su futuro, sin estar en vigor sus reformas, y no poder esperar ahora simplemente unos meses más, a su tramitación por la vía ordinaria del proceso legislativo. Por si no fuera suficiente tanta novedad, ha explicado que con esa reforma pretende acabar con la «pobreza menstrual» repartiendo gratuitamente productos de higiene femenina en centros penitenciarios, escuelas y centros sociales. Ante las críticas a sus iniciativas ha dicho que todas las sociedades «son machistas» expresando la importancia de que la menstruación esté presente en el debate público y deje de ser un tabú y un estigma. Ignoro el concepto que tiene la ministra de la igualdad entre el hombre y la mujer o del derecho a la intimidad personal, porque no veo la necesidad ni la conveniencia de abrir ese debate menstrual. No me parece educado ni oportuno saludar a una mujer interesándose por su menstruación o por la pobreza menstrual. En las encuestas de opinión no aparece esa pobreza como una preocupación destacada de las mujeres, aunque reconozco mi ignorancia al respecto. Ciertamente alguna masculinidad nueva será necesaria para poder convivir en esa feminista sociedad que promueve.
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