Medio Ambiente

Riadas, danas y el diluvio que viene

Más argumentos para que la geoingeniería tome medidas drásticas con objeto de salvarnos de una emergencia climática que todo lo justifica

En otoño siempre hubo grandes riadas con efectos devastadores por inundaciones y crecidas de ríos. Ahora a las riadas les llaman “danas” e inevitablemente son asociadas al cambio climático. Hay científicos que ponen en duda la teoría del calentamiento global a la que tanto partido político le está sacando Sánchez, trasladándonos la idea de que nunca antes hubo olas de calor, incendios, sequias o riadas. En realidad los efectos terribles de las “danas” se agravan siempre por el hecho incuestionable de que el hombre ha construido donde no debía, en medio de cauces secos, con malas canalizaciones, invadiendo el mar o en las laderas de las montañas. Luego nos lamentamos del enorme daño y de las decenas de personas que pierden sus viviendas, pero de inmediato las constructoras vuelven a levantar edificios donde no debían. Por supuesto que los políticos les dan las autorizaciones correspondientes a la vista del ingente dinero que ingresarán las Haciendas locales. Al final toda la culpa es para las emisiones de CO2. Como los incendios, siempre los hubo solo que cuando éramos pequeños se limpiaban los montes en invierno, y ahora los eco-urbanitas gobernantes dejan crecer la maleza que se transforma en gasolina de sexta generación. Más argumentos para que la geoingeniería tome medidas drásticas para salvarnos de una emergencia climática que estaría provocando la pertinaz sequía que Franco combatía con pantanos y ahora con nada, pues no les gustan a los progres los embalses, pero tampoco los trasvases o las desaladoras.

En medio de tal melé nos llega de USA la noticia de que esperan una megatormenta apocalíptica que desplazará millones de personas, con centros urbanos inundados y milbillonarias pérdidas. Un “diluvio” tan devastador como el de 1862, que soltará un flujo de agua 26 veces superior al del Missisipi. Dicen que para este invierno, pero ya sabemos que ocurre con las predicciones. También aseguraban científicos ingleses que el estallido del Cumbre Vieja provocaría un tsunami que destruiría toda la costa atlántica de EE.UU. No ocurrió aunque la vida es larga. Santa Hidelgarda de Bingen, amén de introducir el lúpulo en la cerveza, predijo hace 900 años que “la gran nación acabará en el océano (…) será dividida y en gran parte sumergida (…). Todas las ciudades de las costas tendrán miedo y muchas acabarán destruidas”.